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capítulo 3 (comentario)

texto: capítulo 3

“El hombre de sensibilidad superior oye hablar del Camino,
y las palabras resuenan dentro de él. Enseguida lo acoge y lo hace suyo.
El hombre inmerso en la sociedad oye hablar del Camino,
y aun observando su Luz, ahora lo acoge, y luego lo olvida.
Un hombre preso por las pasiones y el ego oye hablar del Camino,
y estalla en risotadas.
Si no se riera del Camino, entonces no sería verdadero Camino.”
Ésta es la parábola del sembrador.

Los hombres siempre tienen prisa por observar los frutos de sus obras, tienen prisa por convencer a los demás de la verdad que han descubierto: Quieren cambiar el mundo desde el propio mundo. Pero eso es remendar un vestido viejo con parches nuevos.
Intentar hacer brillar la Luz sublime ante el pueblo es privarla de su plenitud, es caer en la contradicción de oscurecerla para que resulte más luminosa a los ojos de los que no alcanzan a verla.

“La Verdad esencial parece falsedad”: Cristo no oscureció la Luz de la Verdad para hacerla visible ante el pueblo, al contrario, la expuso en su plenitud, sin hacer visible su invisibilidad. Por eso hablaba mediante parábolas. Por eso decía: “el que tenga oídos para oír, que oiga.”
Cristo no intentó hacer asequible su mensaje a los que le escuchaban, al contrario, pudiera parecer que incluso se esmeraba en complicarlo: “El que no coma mi cuerpo y beba mi sangre no tendrá Vida eterna.”
Mostrar los cuatro ángulos del cuadrado infinito, es privarlo de su infinitud.
Pretender que el sonido más grande sea audible, o la imagen de la inmensidad sea visible, es privarles de su grandeza y de su inmensidad.

texto: capítulo 3

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