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capítulo 10 (comentario)

texto: capítulo 10

Miles de sonidos envuelven continuamente a cada ser humano, miles de imágenes desfilan ante sus ojos; sin embargo él sólo ve y escucha aquellas cosas que resuenan con sus pensamientos. Su anhelo separa lo útil de lo inútil, pero sólo es capaz de hacerlo en la inmediatez: En muchas de las cosas que habían sido desechadas tal vez estaba la respuesta a la satisfacción de sus necesidades.
La ambición, el inconformismo caprichoso que necesita transformar la realidad para acomodarla a sus intereses egoístas es precisamente el principal obstáculo para alcanzar la satisfacción deseada.

“Dios está en el Cielo”. Entonces el ser humano enfoca la vista muy lejos, y busca salir de la realidad tangible para entrar en otra realidad, en la que supuestamente están todas las cosas escondidas. “Dios está en el Cielo”, pero el Cielo, ¿dónde está?
Enfocar la vista muy lejos y buscar un mundo de realidades escondidas es despreciar la presencia real de Dios, es sacarlo fuera de su propia obra. ¿Pueden ser mis palabras sinceras diferentes al sentir de mi corazón? ¿Cómo es posible que la realidad tangible sea tan diferente de su Creador que haya que salir de ella para encontrarse con Él?

Las mismas leyes que rigen las órbitas de los astros, rigen todas las cosas que están dentro de mi casa. Esas mismas leyes son las que rigen mis pensamientos y las que ordenan mi propio ser.
En las cosas complejas estas leyes son menos visibles, pero las cosas sencillas transparentan los principios eternos que sostienen el cosmos desde que se inició hasta que se destruya. Por eso, el que sale de la sencillez de su casa para encontrarse con la sabiduría, no encontrará nada. Lo que su mirada no encontró dentro de sí, tampoco lo va a encontrar fuera.

texto: capítulo 10

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