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capítulo 20 (comentario)

texto: capítulo 20

El Padre es perfecto porque hace llover por igual sobre justos e injustos. Ésta es la perfección divina, dejar que las cosas sean como son y prodigar beneficios sin exclusivismos. Dejar que el trigo y la cizaña crezcan juntos, no arrancar nada, sino más bien alimentarlo todo con el mismo cariño.

Pero si aquello que recibe el beneficio el Cielo no lo aprovecha adecuadamente y, en lugar alimentarse para servir de alimento a otros, lo utiliza sólo y exclusivamente para su propio aprovechamiento, entonces se aleja del arroyo del Agua de la Vida para secarse y morir.

Pero esto no es el juicio de un dios que utiliza en el castigo un poder diferente al que utilizó para crear el universo. La misma Ley que generó el universo es la que le juzga, y esta Ley es la Palabra del Cristo expresada con su propia vida: El Pan de la Vida, vivir para crecer en el Espíritu y morir para entregarse y servir de alimento a los demás.

Las leyes humanas son necesarias para ordenar las comunidades sociales, pero no se puede edificar un Reino espiritual observando normas de comportamiento y consignas morales. Hay que dejar que las cosas sean como son para poder transformarlas con el Poder del Espíritu. Hemos de ser perfectos como perfecto es nuestro Padre celestial.

texto: capítulo 20

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