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capítulo 30 (comentario)

texto: capítulo 30

Intentar cambiar las estructuras sociales en la búsqueda de unas leyes más justas, ésa es una lucha digna e incluso necesaria. Pero hay que tomar conciencia de que el molde en el que se introduzca la masa para cocinar un pastel no le da ni le quita sabor. Si la masa es sabrosa, el pastel será sabroso, tenga la forma que tenga.
La verdadera Justicia no se alcanza estructurando leyes, sino sanando el espíritu de los seres humanos. Entonces las leyes serán innecesarias porque estarán grabadas en el corazón de cada uno de los ciudadanos.

Cuando no hay ambición de poder, los humildes son elegidos gobernantes. Cuando no hay ambiciones económicas, todos comen, todos beben, todos visten, y aún sobra. La gente no necesita congregarse en grandes asambleas, porque no hay ningún tirano grande y poderoso que sea necesario derribar. La gente no necesita de muchos artilugios mecánicos para desenvolverse en sociedad, porque hay tiempo para trabajar, para ocuparse de los asuntos personales, para descansar, y aún sobra mucho tiempo para cultivar el espíritu en soledad o en compañía.

Los seres humanos inmersos en una sociedad competitiva apartan de su interior la idea de la muerte, para que sus proyectos ambiciosos no pierdan fuerza ante la vanidad de las cosas materiales. Por eso, porque la idea de la muerte ha sido excluida, tampoco es posible encontrarle un verdadero sentido a la vida, y la lucha ambiciosa deja de ser un acto libre de búsqueda y se convierte en la necesidad de huir de la realidad completa del ser humano: es imposible encontrarle el verdadero sentido a la vida sin haber integrado en el espíritu la presencia inevitable de la muerte.

El que posee un gran jardín, lo mira y se extasía de su extensión. Pero, con la rutina, su satisfacción se desvanece poco a poco, y entonces planifica la construcción de un jardín aún mayor, para poder volver a sentir el mismo éxtasis anterior.
El que posee una flor en una maceta, la mira, la cuida y la hace suya en su corazón. La rutina no le cansa, porque cuida algo que en verdad le pertenece.
La verdadera belleza del jardín está en cada flor. El que no es capaz de detenerse en las cosas pequeñas se sumerge en una dinámica de ambición que nunca sacia.

La necesidad de perpetuarse en el mundo mediante obras que queden impresas en la historia de la sociedad es el resultado haber excluido del corazón la idea de la muerte como un hecho trascendente. Muchos creen haber superado mitos fantasiosos afirmando la inexistencia del ser tras la muerte, pero entonces compensan la necesidad profunda del ser humano construyendo un mito verdaderamente fantasioso: La pretensión de prolongar un poco más su propia existencia en el recuerdo de las generaciones venideras mediante acciones sorprendentes y descubrimientos revolucionarios.

Cuando el hombre no compite, no necesita vigilar las acciones de sus vecinos, no mira a través de la rendija de su ventana para informarse de la intimidad de ningún ser humano, porque sabe que, respetando a los demás, se respeta a sí mismo.
El pastel podrá tener las formas más atrayentes, pero si la masa no ha sido elaborada con amor, nunca será verdaderamente sabroso. Así tampoco la lucha social conduce al éxito esperado. Cuando el ser humano tiene muerto el espíritu, siempre encontrará fisuras legales por las que penetrar, y así se volverá a corromper todo el sistema.

texto: capítulo 30

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