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capítulo 31 (comentario)

texto: capítulo 31

La Verdad siempre revuelve el interior del hombre, porque le fuerza a reconocer sus miserias y a cambiar todos los esquemas ideológicos que le permiten vivir en el acomodo. Por eso, la verdadera libertad no puede ser lograda sino en la Verdad, porque la fantasía necesita preservar sus propias mentiras para no desvanecerse, y no puede ser verdaderamente libre aquél que se esconde de sí mismo.
El verdadero sabio no es el que sabe muchas cosas: ése es el erudito. El verdadero sabio no obtiene su sabiduría de la acumulación de datos mediante la información y el estudio, sino que descubre la Verdad penetrando en su interior espiritual.
Despojarse de los bienes materiales y entregarlos para el bien de los demás, ése es impulso natural de todo hombre que alcanza el descubrimiento de la Verdad. Y así comprueba que todo lo que entrega, le es devuelto multiplicado por cien.
La no-exclusión, la ausencia de juicio condenatorio, éste es el punto de partida del Amor: "Sed perfectos, como perfecto es vuestro Padre celestial, que hace llover por igual sobre justos e injustos."

texto: capítulo 31

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