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capítulo 49 (comentario)

texto: capítulo 49

El que no tiene a dónde ir se entretiene en discutir con los hombres que se sientan en el borde del camino, intenta conseguir un trabajo y una esposa, y lucha inútilmente para que el tiempo no le arrebate la vida. El que tiene a dónde ir no se detiene en discusiones, no busca acomodo definitivo en ninguna parte, y no lucha contra el tiempo, pues es precisamente el tiempo el que le empuja hacia su objetivo.

El que no tiene a dónde ir y se instala en el borde del camino consigue acumular muchas cosas, está lleno, no conoce el vacío. Por eso su destino será llegar a conocerlo. Pero el que tiene a dónde ir no lleva nada encima porque la carga le dificultaría la marcha en el camino. Conoce el vacío pero no conoce la abundancia de bienes, y por eso su destino le llevará a alcanzar la plenitud de todos los bienes.

El cosmos se desplaza conservando su unidad, y no cambia su ruta para satisfacer el capricho de ninguna de las cosas que lo conforman, porque, si así lo hiciera, su unidad se desharía y todo lo que contiene resultaría perjudicado. Tampoco el sabio se deja alterar por los gritos de los hombres que vociferan contra él intentando instalarlo en el borde del camino. Eso sólo significaría interrumpir su marcha.

El caminante sabe que el vacío es fructífero y que la Nada es la matriz de todas las cosas venideras. El cosmos realmente no se puede llegar a comprender por aquello de él que es materia visible o energía mensurable, sino por su vacío inmenso y profundo, que es el que le da entidad, unidad y movimiento. El que asoma su cabeza hacia fuera ve las cosas, el que la asoma hacia dentro ve el origen de las cosas.

texto: capítulo 49

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