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capítulo 51 (comentario)

texto: capítulo 51

Imponer la propia presencia es como inflar un globo bajo el agua. El aire del globo no ha sustituido al agua, sino que la ha desplazado y ha generado una tensión. Finalmente el globo es desalojado hacia la superficie. Porque el globo no ha renunciado a su ‘yo’, sino que ha pretendido hacerse sitio forzadamente. Pero el sabio es como la sal, que no desplaza el agua sino que se diluye en ella, no reclama ninguna presencia y sin embargo la tiene, porque, aunque a la vista parezca igual, toda el agua ha cambiado de sabor.

El que no tiene contenido necesita hacerse notar, pero el que está lleno no teme perder su integridad, por eso se pone al servicio de todo lo demás, y así perdura para siempre. Las cosas menos personalizadas son las más duraderas, el tiempo no las desgasta. Conservar la vida en el propio provecho es hinchar el globo dentro del agua, renunciar a la vida y ponerla al servicio de los demás es ser la sal de la tierra. Los que intentan defender el cristianismo enfrentándolo y haciéndolo competir, ésos no son cristianos.

texto: capítulo 51

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