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capítulo 67 (comentario)

texto: capítulo 67

El que ha comprendido que todo tiene un sentido y que nada de lo que ocurre es indiferente, ése se detiene a observar las cosas insignificantes. Y al valorar lo pequeño le quita valor a lo aparatoso. Sin embargo, el que magnifica unas cosas en detrimento de otras, luego no es capaz de comprender el profundo sentido de todo lo que ocurre.

El que tiene muy poco que decir, ése dice muchas cosas, continuamente busca la novedad y la originalidad, evita repetirse, porque todo lo que expresa se desgasta en seguida. Pero el que tiene mucho que decir, ése dice siempre las mismas cosas, porque lo que dice no se desgasta, siempre es novedoso, nunca deja de servir de alimento.

El que no está seguro de estar en la Verdad necesita argumentar sus palabras, necesita discutir y convencer, porque la única posibilidad de que sus palabras prevalezcan es conseguir adeptos que le apoyen. Pero el que está en la Verdad no necesita argumentar, nunca discute. Ni se inmuta cuando se le acepta, ni tampoco cuando se le rechaza.

Humillarse es empequeñecerse, es acercarse a la Verdad. El que se humilla reconoce sus errores, y también sus aciertos. El que no es capaz de reconocer sus aciertos es tan soberbio como el que no ha sido capaz de reconocer sus errores. Todo saldrá a la Luz de la Verdad, todo será deshecho en la humildad menos la Verdad misma y sus testigos.

texto: capítulo 67

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