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capítulo 18

comentario: capítulo 18

Muchos buscan la Virtud plena, se imponen fórmulas y mortificaciones.
El niño recién nacido posee la Virtud plena, y no entiende de disciplinas.
El niño no sabe defenderse, no tiene conciencia del peligro y se expone,
sin embargo los animales peligrosos le respetan y no le dañan.
Todo en él es debilidad, por eso su cuerpo tiene cohesión perfecta.
No conoce el coito, pero su sexualidad es plena en su potencialidad.
Llora todo el día sin enronquecer, y nadie le enseñó a hacerlo.
No hay en él ninguna contradicción, sino que es perfecta armonía.
En la armonía del ser está la Unidad, y en la Unidad la eternidad.
Sabio es aquél que sabe distinguir entre lo eterno y lo perecedero.

El que se obstina en alcanzar la Virtud, se desdobla y pierde su Unidad,
y así se separa de la eternidad y vuelve la espalda a la sabiduría.
Controlar el flujo de la vida para conducirlo a la fuerza es desvirtuarlo.
El que rompe la Unidad de su ser, se debilita y se resquebraja,
y el que desvirtúa el flujo de su vida, se marchita, envejece y muere.
No existe nada más opuesto a la Virtud que fórmulas y mortificaciones.

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