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capítulo 30

comentario: capítulo 30

Cuando no existen grandes ambiciones
el pueblo se ocupa de las cosas pequeñas,
se congrega en reducidos círculos sociales,
no necesita de grandes máquinas ingeniosas
y, aunque las tuviera, no las utilizaría.

El pueblo vive concentrado en lo pequeño,
por eso nunca pierde de vista la muerte
y así disfruta de la vida sin aferrase a ella.
Descubre la plenitud ni necesidad de viajar.
Por eso no echa en falta ni carros ni barcos.

Experimenta la plenitud de lo insignificante
y así se olvida de la ambición expansiva,
por eso no entra en ningún conflicto,
no necesita armas para conquistar otras tierras
ni escudos para defenderse de los invasores.

El hombre vive la vida en el ‘ahora’,
y es capaz de aceptar la muerte con sencillez;
no pretende perpetuarse con sus escritos.
Le basta reseñar los grandes acontecimientos
haciendo nudos en la soga del tiempo.

Sin mucha elaboración, hace comida sabrosa.
Teje ropa hermosa sin sofisticación alguna.
Vive confiado porque su hogar es seguro
a pesar de permanecer abierto todo el día.
Siempre irradia alegría porque nada teme.

Oye ladrar al perro de la casa del vecino
y se despierta con el canto de su gallo,
pero no se esconde detrás de una rendija
para entrometerse en su intimidad:
En escrupuloso respeto hasta la muerte.

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