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El Jefe del Ejército no intimida al enemigo,
no exhibe sus armas, no intenta atemorizar.
La victoria eterna es de aquel Jefe
que se dejó vencer sin resistirse.
El verdadero Jefe de los hombres
es que se pone al servicio de todos ellos.
Sólo el sabio es capaz de comprender esto,
porque conoce la virtud de la no-lucha:
Es la manera de conducir a los hombres,
es la perfecta unidad con el Origen.
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