anterior

índice

siguiente

capítulo 59

comentario: capítulo 59

Desde el principio de los tiempos existió el Camino.
El hombre sutil, flexible y profundo lo encontraba.
No nos es posible conocer el corazón de aquel hombre,
ni podemos describir su interior, pero sí su apariencia.

Precavido, como quien pone el pie sobre un río helado.
Prudente, como el que se siente observado por sus vecinos.
Discreto, como el que se considera invitado extranjero.
Dúctil y acomodaticio, como el hielo que se funde.

Sencillo, como un tronco de árbol sin tallar ni pulir.
Hueco, como una gruta. Amplio, como un valle.
Insondable y sorprendente, como un charco enlodado
que pasa a ser cristalino, y vuelve a ser opaco a voluntad.

Todo lo que está cerca de él se apacigua y se serena,
y, lo que estaba estancado, recobra el entusiasmo y actúa.
El que avanza en el Camino no busca la plenitud cercana,
sino que mira al horizonte. Por eso siempre está vivo.

comentario: capítulo 59

anterior

índice

siguiente