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16/12/2007

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Iglesia

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Yo soy la Iglesia. Tú eres la Iglesia. Iglesia es todo aquél que se ha encontrado con Cristo, que le ha conocido verdaderamente en su interior a través del Espíritu, y que está convencido de que el Amor es el Origen de todo lo que existe, de que el Amor todo lo puede, de que todo procede del Amor y todo camina hacia Él: Que está convencido de que todo aquél que consume y entrega su vida por el Amor resucita en la verdadera Vida eterna. Pues si eterno es el Amor, eterno habrá de ser todo lo que funde en Él.

Primero está el contenido, luego su expresión en las formas. Primero está el que conoce al Cristo, luego estará la reunión de todos los que le conocen. ¿Acaso los limpios de corazón dejan de ver a Dios si no son católicos? ¿Acaso un hombre por el hecho de que se afilie a la iglesia católica se convierte en limpio de corazón? Una iglesia cristiana sólo podría llamarse “verdadera” en el caso de que estuviera integrada por la totalidad de los verdaderos cristianos. ¿Qué se entiende si no por una “iglesia verdadera”?

Todo aquél que se encuentra con el Padre, Él le envía al Cristo. La consecuencia inmediata de conocer a Dios es la profunda toma de conciencia del Cristo. Y el que conoce al Cristo, ése es cristiano. Ser cristiano no es haber aceptado la doctrina de una iglesia cristiana. ¿Acaso conocer al Cristo puede ser reducido a un hecho meramente intelectual? Afiliarse a una iglesia no es convertirse al cristianismo. Convertirse al cristianismo es haber tomado profunda conciencia del Cristo. Con iglesia o sin ella.

Evangelizar no es inculcar ideas religiosas ni integrar en una iglesia cristiana. Porque conocer a Dios y conocer ideas sobre Dios son dos cosas absolutamente distintas, y pertenecer a una iglesia y haber tomado conciencia del Cristo son dos hechos que de ninguna manera se implican mutuamente. Se pueden tener muchas ideas sobre Dios y jamás llegar a conocerle. Las iglesias están llenas de verdaderos ateos barnizados con lacas de ideologías, seducidos por un falso Cristo triunfalista creado por los hombres.

Evangelizar es despertar la Verdad interior del hombre mediante el testimonio. No es inculcar ideas, es derrumbar todo el armatoste mental del ser humano para que, desde debajo de los escombros, pueda aflorar la Verdad que estaba aprisionada por las ideas acumuladas. Y esa Verdad la ha de descubrir cada hombre, nadie se la puede enseñar sino el Cristo. Éste es el volver a nacer, la verdadera conversión. Lo demás es el usual quehacer de los demagogos, llámense filósofos, llámense políticos, llámense cristianos.

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16/12/2007

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