inicio

temas Palabra salmos de oriente ecumenismo advertencias

 
 

SALMOS CRISTIANOS

 
 

INTRODUCCIÓN

 
  Frente a un Yahvé que se enoja con ira, que odia al impío con rabia, furia, y sin aparente misericordia para aquél que se ha extraviado, Cristo nos habla de un Padre bueno, perfecto, que hace llover sobre justos e injustos, y que se asoma todos los días en la esperanza de recuperar al hijo perdido.
Cristo, expresión visible del Padre, no viene a recoger a los justos sino a los pecadores. Ésos son su principal motivo de preocupación. Amenaza para salvar, para abrir los ojos de los hombres, nunca para condenar.
"Yo no he venido a juzgar al mundo, sino a salvarlo". "Ni siquiera os juzgaré yo, sino que será mi Palabra la que os juzgue."

Muchos párrafos del libro de los salmos recuerdan más la oración del fariseo que la del publicano. El hombre que se considera justo y que bendice a Dios en contra del pecador. Que cuando se siente agredido, no pone la otra mejilla, sino que pide a Yahvé que el impío se hunda en su pecado para siempre.
Siendo el libro de los salmos hermoso y lleno de poesía y de verdad, sin embargo a veces está muy lejos de acercar al hombre al verdadero Dios, cuyo santo Nombre es Amor, y que es Padre bueno, cariñoso "Papá" de todos los hombres.

En el mismo orden en el que aparecen en la Biblia, yo, desde mi corazón en estrecha comunión con mi Padre celestial, he ido poco a poco rescribiendo todos los salmos, sin ánimo de reemplazar ni de mejorar nada, sino de sacar de ellos, de su poesía y de su verdad, el tesoro que encierran y que no podía mostrarse plenamente sino hasta después de la resurrección del Cristo y la llegada del Paráclito.
 
 

 

 

 

Todos los textos de esta página son propiedad del autor.