EL ACANTILADO Y LA CRUZ

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Cuando nace un manantial en lo alto de la montaña, el trazo del primer hilo de agua será el trazo del caudal del río que habrá de formarse.
Cuando un grupo de hombres se dispone atravesar un bosque salvaje, el que se coloca a la cabeza cortando espinos y abriendo camino será el responsable del futuro de toda esa gente.

Nada se detiene. Queramos o no, la historia obliga a caminar, y ¡pobre de aquél que esté demasiado acomodado!, el propio cosmos lo desechará como excremento.
¿Quién pone los cimientos para los acontecimientos del futuro? El que va en cabeza; el que está dispuesto a permitir que los espinos hieran su cuerpo con tal de abrir un paso seguro en medio del bosque inhóspito.

El Rey abrió el paso desde la muerte a la Vida.
Pero aquéllos que dicen servir al Rey no van a la vanguardia abriendo el camino, sino que, acomodados en sistemas ortodoxos, se dejan arrastrar. Desde retaguardia gritan: “¡Ah, gentes del mundo!, ¡vais desencaminados y os estrellaréis!” Sin embargo las gentes del mundo han tomado la iniciativa que los siervos del Rey han desechado.