|
Amar es sufrir, es buscar ese imposible en el
que nuestros sueños no queden mutilados.
Amar es fracasar, para que la trascendencia hasta lo sublime sea
posible.
Amar es enfrentarse a la sociedad entera, para, al final, después de
darlo todo y más, esa mujer nos rechace.
Entonces grito: “¿Cómo es que me rechazas, Señor? ¿Y tus promesas
de Amor?”
Y Él me responde: “Ven aquí, donde el Amor es verdadero, no
pretendas que te ame donde tú estas, allí todo son colores de
esplendor pero en seguida se marchitan. Ven a mí, donde el Amor nunca
languidece.”
Yo lo digo: No es diferente el amor entre un hombre una mujer y el Amor
entre Dios y los seres humanos. Enamorarse de una mujer es asomarse por
una rendija de la eternidad.
Me enamoré de aquella muchacha, me sentí correspondido, y vi los
cielos abiertos de par en par. Pero Dios no estaba allí.
Luego la ilusión se desvaneció, vi la realidad, y fue como si una losa
cayera sobre mí... y allí estaba Dios, abrazado a mí.
Lo que culmina en la tierra, ya no le resta nada más, sólo morir y
pudrirse.
|
|