KYRIE ELEISON

     

   

el castillo y el viento

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Dentro del castillo hay miedo, por eso el dueño pone centinelas en lo alto de las esquinas de las murallas.

Cuando alguien toma posesión de aquello que no le pertenece por derecho, siempre tiene miedo. Las leyes que le protegen son frágiles: El legislador legisla amparado en sus propias leyes.
Dice el legislador: “Esto es ley.”
Alguien replica: “¿Quién te ha dado a ti el poder para legislar?”
Y él responde: “La ley me ha dado esta autoridad.”
Otro replica: “¿Y quién legisló para que tú estés ahora donde estás?”
Una sola fisura en todo este armazón lógico, y ya todo él se derrumba enteramente.

La mejor manera de olvidar el miedo es agazaparse dentro del castillo. Todos cuidan del castillo porque todos buscan en él su protección; todos son solidarios en el miedo, por eso están juntos.
El dueño del castillo es injusto, pero, mientras los vigías estén con los ojos bien abiertos en lo alto de las esquinas de las murallas cuidando que el enemigo no les sorprenda, nadie se atreve a decir nada, no sea que se le expulse del castillo y deba enfrentarse al miedo, él solo.

Un hombre se acerca a la residencia del dueño del castillo y le grita denunciando las injusticias que comete: “Haces uso del miedo de las gentes para obligarles a someterse robándoles su dignidad.”
Todos le escuchan, pero nadie se atreve a decir nada. “¡Ese hombre está loco! Si lo expulsan del castillo los animales salvajes lo despedazarán. Y si sobrevive, irá a parar a manos de los enemigos sanguinarios.”
El dueño del castillo le dice: “Te expulsaré y morirás sin remedio, ¿qué pretendes?”
Pero él le responde: “Tengo una casa, que tú no conoces, que no necesita ni de murallas ni de centinelas.”

El viento es mi casa. Mi camino está trazado desde el castillo hasta el viento.
Del Temor al Amor: Nada puede oponerse al destino del universo.
Los castillos construidos por el Temor quedarán vacíos, y aquellos que no los abandonen a tiempo no podrán nunca tener otro hogar que el propio miedo.