KYRIE ELEISON

     

lo absoluto y lo relativo

03

   

 

     

la misión del extranjero


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  Lo mismo que nos protege, es lo que nos oprime.
La sociedad, ¿quién puede vivir de espaldas a ella? Y sin embargo la sociedad lleva al hombre por caminos de injusticia.
Si la sociedad fuese destruida, estaríamos indefensos. ¿Cómo mantener a nuestros hijos sin nuestro trabajo? ¿Dónde conseguir comida si no existe un mercado?
Pero es esa misma sociedad en la que nos protegemos, la que hace posible que la ambición humana se desate, y que unos pocos se enriquezcan a costa de los más débiles.
Amparados por la justicia humana, cometen las grandes injusticias.

Lo mismo que nos protege, es lo que nos oprime.
Sin nuestros esquemas mentales, ¿cómo podríamos comprender el mundo y comunicarnos? Todo conocimiento no puede partir siempre de cero, son necesarios unos pilares sobre los que construir nuestro pensamiento y sostener nuestros criterios.
Pero precisamente esas estructuras mentales son las que nos alejan de la Verdad, porque no son absolutas, e incluso la mayoría de las veces están manipuladas por los poderosos que obtienen beneficios impregnando la opinión publica de las ideas que más les convienen.
La euforia de la ciencia, que fantasea y sueña con hacerse dueña del universo, se infiltra en la sociedad alejando a los hombres del candor que les lleva instintivamente a valorar lo eterno, a discernir entre lo absoluto y lo relativo.

Lo mismo que nos protege, es lo que nos oprime.
Las instituciones religiosas permiten al pueblo congregarse, orar en comunidad, conocer la herencia espiritual de la antigüedad.
Para la mayoría de los hombres es imposible encontrar una espiritualidad partiendo exclusivamente de su propia experiencia. Los libros sagrados, la vida de los hombres que han dado testimonio, todo esto es un apoyo espiritual que el pueblo necesita.
Sin embargo, son las propias instituciones las que alejan al pueblo de Dios, convirtiendo en absoluto lo que sólo es relativo, y relativizando valores eternos que no admiten discusión, porque emanan de la conciencia más pura del corazón del hombre.
Las religiones, que en su origen nacieron de una necesidad de unión espiritual en la humanidad entera, se han convertido muchas veces en todo lo contrario: el origen de las luchas más sangrientas de la historia.

Lo mismo que nos protege, es lo que nos oprime.
Sin embargo existe un Reino en el que el hombre consigue deshacerse de todos sus condicionantes sociales, ideológicos y religiosos, y sin necesidad de destruir nada. Este es el Reino de los Cielos, el que Cristo vino a anunciar e instituir.
Estamos en el mundo, pero no somos del mundo. Vivimos en la sociedad, respetamos sus leyes, pero interiormente no nos sometemos a nada sino a la voluntad divina, que nunca nos anima destruir, sino a sanar y a reedificar.
Conocemos lo absoluto y lo relativo, sabemos discernir lo que es del César y lo que es de Dios, y pasamos por este mundo, al que no pertenecemos, dando un testimonio de esa otra realidad que existe, y que es invulnerable a todos los condicionantes materiales: El Reino del Amor.


Howndev
 
     

30/05/2005