KYRIE ELEISON

     

lo absoluto y lo relativo

04

   

 

     

Amor y severidad


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  Nada crece ni se desarrolla en una libre expansión. Todo necesita respetar unos límites para lograr la madurez. Luego, cuando los cimientos ya están firmes, estos límites se van abriendo. La severidad no se contradice con la misericordia, al contrario, Amor y severidad van siempre de la mano.
Pero es importante que estos límites obedezcan a una coherencia bien definida y tengan un centro de gravedad, pues sólo de esta manera el hombre se somete a la autoridad con alegría, e incluso agradece que se le ayude a no permitir que sus caprichos tomen las riendas de su ser.

Cuando los límites que la severidad impone no obedecen a un criterio coherente, sino que son permisivos en unos aspectos y muy exigentes en otros, entonces toda autoridad se viene abajo. Se multiplican los vigilantes de la ley, porque no hay sometimiento espontáneo por parte de los subordinados. Y estos mismos vigilantes se corrompen al comprobar que las normas vigentes que han de defender son arbitrarias, y no están fundamentadas en un principio de conveniencia colectiva, sino en intereses egoístas de los grupos de poder.

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Dios es la perfecta Unidad, y en la Unidad hay santa severidad. La recapitulación de todas las cosas en Cristo es un proceso en el que todas las cosas se conjugan entre sí para alcanzar la Unidad, que sólo es posible en el Amor.
No se trata de una uniformidad, sino de una diversidad bien conjugada, que permita la expansión sin que se produzca la dispersión ni la ruptura.
Aceptar al prójimo en Cristo es negarnos a nosotros mismos, pero no es renunciar a los pilares de la Verdad interior que nos sostiene.

El Dios Amor, único Dios verdadero, que todo lo abraza, que todo lo espera, que hace llover sobre justos e injustos y que permite que crezca la buena hierba al igual que la mala, es sin embargo un Dios severo.
Su misericordia se expresa en la llamada incansable al Orden superior donde no existe otra exclusión sino de aquello que se excluye a sí mismo.
Las leyes son fórmulas humanas que intentan expresar estos límites determinados por el Orden divino. Existen Leyes absolutas, pero no existe ninguna expresión humana de la Ley que sea absoluta. Ni en la Biblia ni en ningún libro, por sagrado que sea.
Aunque aparentemente sea lo mismo, existe una diferencia importante entre “Palabra de Dios”, y “palabra de hombre inspirado por Dios”. La única verdadera Palabra de Dios en sentido estricto y absoluto es la que se hizo carne: El Cristo. Y nada más.

Toda ley se cumple en el Amor, pero el Amor es mucho más severo que la propia ley. Porque se puede cumplir la ley en su forma y sin embargo estar muy lejos de Amor.
No basta no insultar ni agredir al enemigo, es necesario amarlo y orar por él. No basta dar limosnas y compartir las cosas materiales, es necesario desprenderse de todo lo material en el corazón.
Las cosas materiales nos acompañan y están a nuestro servicio, pero no se pueden convertir en dueñas de nuestro corazón, aunque religiosamente cumplamos con el diezmo e incluso entreguemos la mitad de nuestro salario a los pobres. Si la otra mitad, la que guardamos, es dueña de nuestro corazón, nada de lo que hayamos dado tiene valor eterno.


Howndev
 
     

04/06/2005