KYRIE ELEISON

     

crisis irreversible

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fe y creencias


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  Las creencias son esas ideas impuestas por la educación, la tradición, o por las autoridades de las instituciones, sean de la índole que sean.
La fe es algo muy distinto. La fe una fuerza que nace el interior del ser humano, que le hace vibrar porque lo siente como algo suyo, algo que resuena en el corazón el hombre aunque no exista ningún argumento lógico que lo sustente.
Los musulmanes tienen sus creencias, los comunistas las suyas, y muchos que se dicen cristianos tienen otras diferentes. En esencia no son distintos unos de otros. Cambia la ideología pero todas estas manifestaciones sociales obedecen a unos mismos principios. Y, en definitiva, en todas hay aspectos positivos y negativos.
Pero el verdadero cristiano no se mueve por creencias, por ideas impuestas, por estructuras ideológicas, sino que se mueve impulsado por la verdadera fe: “El que crea en mí no morirá para siempre...”

Cristo padeció y murió para luego, en la Justicia del Padre, resucitar y enviarnos al Paráclito: “Él os recordará todo lo que Yo os he dicho.”
El Paráclito no es propiedad privada de ninguna cúspide, ni la Verdad es revelada a los sabios y eruditos, sino a los sencillos.
“Cuando ha sacado todas sus ovejas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.”
“Yo soy el buen Pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí.”
Yo conozco la voz del verdadero Pastor, y sé distinguirla de la voz de los extraños. Yo conozco a Cristo y Él me conoce a mí.

Cuando se le dice a un católico que debe creer en el dogma de la inmaculada concepción, por ejemplo, yo quedo perplejo. ¿Cómo es posible que la fe, esa presencia divina que mueve el corazón del hombre y le lleva a emprender un Camino de salvación, se confunda con la aceptación de unas elucubraciones que nada tienen que ver con la esencia del mensaje cristiano?
No reconozco la voz del buen Pastor en este tipo de dogmas, no resuenan en mi corazón, y, aun en el caso que fueran ciertos, ¿qué enriquecimiento espiritual me aportan? Ninguno.

Lutero, a pesar de una vida llena de despropósitos, dijo algunas cosas que, si los prepotentes autócratas de su época hubiesen escuchado, no se estarían observando ahora tantas aberraciones en la iglesia católico-romana.
Lucha de vírgenes. Unas son más milagreras que otras. Enjoyadas, son sacadas a la calle en tronos que bailan, llevados por hombres que desconocen por completo el mensaje cristiano, el sentido de la eucaristía, la renuncia a la propia vida en el mundo. No veneran ni tan siquiera a la virgen en sí, sino a su virgen concreta que está representada en una imagen de madera, y esperan que ella les conceda todos sus deseos como si de un hada madrina se tratara. En este aspecto concreto, ¿no sería honesto darles la razón a los protestantes cuando llaman idólatras a los católico-romanos?

El papado de la iglesia católico-romana no es el resultado limpio y puro de la exhortación de Cristo a determinadas personas para que ayuden a los fieles a encontrar el Camino de salvación, a pastorear el rebaño para mantenerlo en la unidad, sino que es también y sobre todo consecuencia de la autocracia del imperio romano, donde las imágenes de los dioses fueron reemplazadas por santos y vírgenes, y la autoridad incuestionable del emperador fue asumida por el Papa.
“Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros,...”
En el dogma de la infalibilidad del Papa no resuena la voz del buen Pastor. Él dijo que no nos dejáramos llamar doctores, ni instructores, ni maestros de nadie, pues uno solo es verdadero Instructor y Maestro: El Cristo.

Católicos y apostólicos son también los ortodoxos, los anglicanos, y así se denominan también los adventistas y muchos cristianos evangélicos. La iglesia romana ha asumido el término de “católica” por antonomasia cuando en realidad su universalidad deja mucho que desear. La iglesia romana ha deshecho la unidad de la Iglesia de Cristo, primero con la excomunión de Lutero, luego con el cisma de oriente-occidente. En su discurso ecuménico existe la pretensión encubierta de someter bajo su control a las demás iglesias cristianas más que de revisar sus grandes errores históricos y doctrinales para alcanzar un reencuentro de todas las iglesias cristianas en la Verdad.
El ecumenismo no es una negociación en la que cada parte cede algo para conseguir la fusión, como sucede en las empresas comerciales. El ecumenismo ha de ser una tarea de purificación en la búsqueda de la Verdad, en la que el punto de unión sea Cristo mismo.

¿Cuándo los católico-romanos podrán comenzar a vislumbrar esa tarea de purificación?
Se cuestiona si la elección del Papa es inspiración del Espíritu Santo o no. Lo que siento en mi corazón es irrebatible: “Por sus frutos los conoceréis”.
Cuando toda esa mole de riquezas, de ostentación de poder, que es el Vaticano, se vaya deshaciendo poco a poco, y los marginados, los pobres, los hambrientos, sedientos, desnudos y encarcelados sean más importantes que la estipulación de esquemas doctrinales dogmáticos, entonces comenzará a vislumbrarse el buen fruto que sólo puede nacer del buen árbol; y ahí, y sólo ahí, reconoceremos la presencia real del Espíritu Santo.

Yo conozco la voz del buen Pastor, y sé distinguirla de la voz de los extraños. Yo conozco a Cristo y Él me conoce a mí.

Howndev
 
     

10/05/2005