KYRIE ELEISON

     

crisis irreversible

04

   

 

     

matrimonio 1


anterior - índice - siguiente

             
  El matrimonio, como unión sagrada entre un hombre y una mujer, es un valor sagrado que trasciende mucho más allá de lo que es el enamoramiento y la sexualidad.
Dos seres humanos, sean del sexo que sean, se pueden enamorar y compartir sus vidas y, si esta unión es noble y sincera, no cabe esperar ninguna condena divina, aunque sean del mismo sexo.
Pero el matrimonio es mucho más que eso, el matrimonio es la expresión de la unión entre el Cielo y la Tierra, entre Dios y los hombres, entre Cristo y su Iglesia.
La masculinidad y la femineidad son principios que están presentes en la integridad del cosmos, y en la unión de ambos principios, se logra la regeneración, tanto carnal como espiritual. La fecundidad parte de la unión de los principios opuestos, y esto no se puede ni se debe relativizar.

La unión de dos seres humanos, cuando existe una estabilidad, debe ser observada y protegida por los organismos sociales. En el caso de la unión entre homosexuales, es más que lícito que existan leyes en las que se protejan los derechos que se deriven de esta unión.
Pero el término concreto de “matrimonio” debe ser reservado para esa unión que trasciende muy por encima de la unión puramente humana, afectiva y sexual, y que obedece a unos valores eternos, esto es: La unión entre un hombre y una mujer, que, puesta en manos de Dios, adquiere el valor de la indisolubilidad. No como una ley impuesta, sino como una Gracia del Espíritu Santo.
 
Por otro lado, la vida humana es sagrada en todas sus manifestaciones, desde el inicio más imperceptible hasta el último momento de la muerte.
Tampoco creo que el aborto sea una práctica que admita ningún tipo de justificación, en ningún caso y bajo ninguna circunstancia.
El respeto a la vida humana es un valor eterno que no se puede manipular.

El mundo se desplaza de un extremo a otro. Los imperios se corrompen y donde primero se manifiesta la pérdida de valores es precisamente en la sexualidad y en el desprecio a la vida humana.
La iglesia no puede dejarse zarandear por los vaivenes del mundo. No se trata de conservadurismo, se trata de coherencia con unos principios espirituales que no admiten relativismos.


Howndev
 
     

18/05/2005