KYRIE ELEISON

     

crisis irreversible

06

   

 

     

matrimonio 2


anterior - índice - siguiente

             
  Matrimonio cristiano, en esencia, es aquella unión entre un hombre y una mujer, en la que hay una intención seria de perseverar hasta la muerte, y de dar día a día la vida el uno por el otro. Que no exista mayor felicidad para cada uno de los cónyuges que hacer feliz al otro: Ambos saldrán siempre victoriosos de todas las crisis de convivencia.
En el matrimonio cristiano siempre habrá una apertura a la procreación. De esta manera el matrimonio cristiano es la expresión más simple de la propia naturaleza. No es el resultado de la imposición de unas leyes ni de unas normas morales, sino que es el reflejo de la pura interioridad del ser humano.

El matrimonio cristiano no necesita estar certificado por ninguna autoridad eclesiástica, ni tampoco una autoridad eclesiástica puede decidir si existe o no existe verdadero matrimonio en una pareja sólo porque no esté o no registrado en sus libros.
Un matrimonio no es nulo sólo por el hecho de que no haya sido reconocido institucionalmente, ni tampoco es más auténtico e indisoluble por el hecho de que haya habido un rito religioso.
No es competencia de ninguna institución religiosa decidir sobre la nulidad o validez de ningún matrimonio, ni civil ni religioso.

La relación de pareja en la que no exista compromiso serio de unión hasta las últimas consecuencias, queda fuera del concepto de matrimonio cristiano.
Eso no significa que las parejas que no hayan aceptado el principio del matrimonio indisoluble y heterosexual vivan necesariamente en pecado abominable, ni que Dios esté esperando el momento para hundirlos en los infiernos.
El hombre que, conociendo en su corazón el valor precioso del compromiso verdadero, opte por despreciarlo, a Dios dará cuentas. El que no conozca estos valores, no puede ser juzgado por despreciar una luz que nunca se le dio.

Los homosexuales que intenten llevar a su vida los valores cristianos dentro de una inclinación sexual que no han elegido ellos mismos, sino que les ha venido dada por la propia naturaleza, son para Dios tan dignos de respeto como cualquier ser humano.
A nadie se le juzgará por ser como es, sino que en todo caso se lo juzgará por no haber querido llevar a su realidad, sea cual fuere, los valores eternos que resuenen en su corazón. No las leyes que les hayan venido impuestas por los moralistas, sino aquellos valores que resuenen en su interior encendiendo esa luz que lleva al conocimiento de la eternidad y sus principios.

Las desviaciones sexuales se multiplican en las sociedades decadentes. Son síntoma de putrefacción. Pero este hecho no puede ser una justificación para condenar a seres humanos ni para excluirlos ni relegarlos a la condición de “lo abominable y lo antinatural”.
La separación de “lo natural” no puede escapar por completo de la propia naturaleza, de la misma manera que ningún ser puede huir del cosmos, pues no existe espacio fuera del espacio ni tiempo fuera del tiempo. Tampoco lo “antinatural” puede quedar completamente fuera de lo natural.

La expresión más pura y sencilla de la naturaleza se encuentra en el matrimonio heterosexual, indisoluble por causa del verdadero amor, y abierto a la procreación como fruto más excelso de la sublime expresión carnal de este amor verdadero.
Pero en la expresión más pura de las cosas no hay obra redentora, no hay gracia para la purificación, no hay fuerza espiritual para la lucha.
Todo lo que escapa de Dios, está lleno de Dios. Todo lo que queda fuera de la ley tiene la Fuerza del Espíritu de la Verdad, que es propiedad de los enfermos, no de los sanos.


Howndev
 
     

17/07/2005