KYRIE ELEISON

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fuera de la ley

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sobre los valores eternos y la sexualidad

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Existen unos valores eternos que permanecen inalterables en la dimensión puramente espiritual, y existe una realidad tangible donde las cosas no son puras, y donde la imperfección todo lo impregna.
Es importante discernir y no confundir lo que es un valor eterno de lo que es un criterio circunstancial.

La sexualidad no es un aspecto puramente orgánico-psicológico del ser humano, sino que tiene una dimensión trascendente.
El proyecto de salvación es comparable a una boda, el Reino de los Cielos es el resultado del sagrado coito entre lo divino y lo humano. Y ésta es una unión plena, absoluta, desde lo más espiritual hasta lo más carnal, y pasando por todos y cada uno de los aspectos del ser humano.
Por eso el celibato es un valor eterno que no debe ser desestimado, porque es signo de la renuncia de la plenitud asible para alcanzar la plenitud inasible. Y por eso también, dentro del ámbito cristiano, la sexualidad no debe ser observada como una realidad puramente humana en la que se cubren unas necesidades, sino como una manifestación imperfecta de una realidad perfecta y eterna.

La sexualidad es sagrada cuando es expresión del auténtico amor de pareja, y tal es su valor, su proyección y su alcance, que a través de ella es posible generar otro ser humano, otra expresión de la divinidad en la tierra. Por lo mismo, al hablar de “autentico amor de pareja” estamos hablando de un verdadero compromiso vitalicio entre un hombre y una mujer, y que sólo es posible sostener en la presencia de Dios.
Este ideal sublime no debe ser mediatizado de ninguna manera. En la dimensión espiritual de los valores eternos no existen los tonos grisáceos, ni existen las afirmaciones o negaciones a medias.
La estrella polar señala el norte. Si no queremos ir al norte, pues podemos tomar otra dirección, pero no intentemos cambiar de lugar la estrella polar.

Sin embargo, si bajamos a la dimensión terrenal donde todo es pura lucha por alcanzar lo imposible, que sólo se hace posible en la fe, entonces ya entramos en la casuística, en el relativismo, en lo puramente circunstancial.
Siempre que ambas cosas, valores eternos y casuística, estén perfectamente separadas, podemos hablar sin temor de cualquier tema relacionado con la moral.

El uso de un medio no natural para conseguir un fin bienintencionado no es siempre justificable.
Sin embargo si miramos en el campo de la medicina, muchos medios de curación del cáncer, por ejemplo, están muy lejos de lo natural, y sin embargo no hay criterios morales al respecto. Las enfermedades mentales a veces exigen medicaciones que alteran por completo la personalidad del individuo, ¿es lícito privarle a un individuo de su personalidad sólo para que no sea socialmente molesto?
Matar un ser humano, aunque sea en su mínima expresión de un óvulo fecundado, eso es un homicidio injustificable, pero impedir esa fecundación por un principio de responsabilidad ante una enfermedad contagiosa o por una imposibilidad circunstancial de mantener dignamente a la criatura que habría de nacer, esto no es censurable.
Yo encuentro la quimioterapia mucho más agresiva y antinatural que el preservativo.
Pero a ese respecto creo que debe haber una actitud muy clara: Por un lado, los valores eternos no se deben mediatizar, por otro lado, dentro de lo circunstancial, la libertad de conciencia es fundamental. Porque una cosa es educar la conciencia dirigiéndola hacia el Norte de Cristo, y otra es intentar de una manera forzada imponerle al ser humano unos criterios que nada tienen que ver con la realidad tangible de su vida.