KYRIE ELEISON

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fuera de la ley

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sobre el conocimiento personal de Dios

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De un pozo de muerte, muy profundo y oscuro Él me sacó. Era un pozo sin fondo, y yo llegué a acariciar la muerte. Nada humano podía ya ayudarme. Sólo entonces yo grité con desesperación desde la más absoluta desprotección, y Él me liberó. Desde entonces, yo no me he despegado de Él.
Está muy dentro de mí, y está también fuera, en todas las cosas.
Todo lo que Él me pide, yo se lo doy, porque Él nunca me pide imposibles.
Todo lo que yo le pido, El me lo da, porque yo nunca le pido otra cosa sino aquello que sé que es su voluntad.
Yo le conozco y Él me conoce a mí.

Desde donde todo es desorden y caos, Él ordena el universo.
No lo ordena desde donde ha sido impuesto el orden, sino desde donde no lo hay.
Por eso, en las ideas ordenadas sobre Dios, allí no está Él.
En las doctrinas sistematizadas con lógica razonable, allí no está Él.
En los poderes establecidos y ordenados, allí donde los hombres se vuelven invulnerables, allí no está Él.
Él está en la injusticia, pues desde el desorden se proyecta su providencia. Él está en el hambre y en la sed, en el abandono, en las cárceles, en los llantos y en las frustraciones.
Por eso dijo el Rey:
“Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.”

Él no se resiste al mal, no lucha con la fuerza ni hace presión para que las cosas ocurran o dejen de ocurrir. Por eso, allí donde hay orden, Él no es ninguna garantía de que no sobrevengan daños. Sin embargo Él llena de contenido todo lo que ocurre. De las experiencias más terribles Él saca los frutos más imperecederos.
Él me asegura su Paz y su compañía. Con Él, nada de lo que pueda ocurrirme jamás significará destrucción.
Pero los acontecimientos de mi vida tampoco están determinados por el acaso, porque mi presencia en el mundo es su presencia en mí. Su fuerza se manifiesta a través de mis obras: yo no puedo esperar a que las cosas ocurran por sí solas. En mi lucha Él muestra su Poder. En mi Amor Él muestra su salvación.
En mi fe, todo es posible para Dios. Sin mi fe, todo es acaso.

Mis planes humanos, Él los rompe. Así se mantiene en mi compañía.
Mis proyectos, mis ilusiones, Él muchas veces permite que se frustren. Y desde mi frustración Él hace milagros ante mis ojos. No desde mis logros ni desde mis aciertos, sino desde mis errores y fracasos. Porque desde el desorden Él genera el Orden de su providencia.
Todo lo que muere en la fe y en el Amor, resucita en un Reino de Paz, que ya existe, al que ya tenemos acceso, al que desde ahora podemos conocer.
Los seres humanos existen en el orden, al orden se aferran y en el orden quieren situar a Dios, porque en el desorden ven la inexistencia. Se equivocan y se seguirán equivocando.
Su Hijo, nuestro Rey, atravesó la ‘Nada’ y abrió un Camino de salvación.
Ningún ser humano es capaz de atravesar al ‘Nada’ por propia voluntad, pero aquél que, habiendo conocido a Dios, se ha visto forzado a pasar a través de ella, experimenta una transformación diametral e irreversible de todo su ser:
Esto no lo conocen los hombres, ni lo pueden conocer aunque se les explique concienzudamente. Sólo el que lo ha vivido puede comprenderlo. El que ha asomado su cabeza en el Reino, ya nunca más quiere volver atrás.