KYRIE ELEISON

     

ESPÍRITU (2)

   

HOKDS

      E

libro 4 - capítulo 03


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  Estoy solo y llamo a mi Señor, pero Él no acude a mi llamada. Lo busco fuera de mí pidiéndole signos, pero no me concede ni uno solo. Lo busco dentro de mí pidiéndole luz, pero mi corazón permanece triste y confuso.
Él me ha mandado permanecer en el desierto, porque aquello que de mí espera, yo nunca podría llegar a realizarlo sin antes fortalecer mi fe. La fe nace de la luz y se fortalece en la oscuridad.
Él manda hombres con fe para atraer la oscuridad hasta la luz, y así lograr iluminar al falso dios. Cuando el falso dios quede totalmente iluminado, ya no habrá más que un solo Dios, y el cielo y la tierra se habrán fundido en una sola cosa.

Estoy solo y llamo a mi Señor, pero Él no acude a mi llamada: He sido enviado allí donde reina el falso dios, que es ciego y sordo porque reina en la oscuridad.
La oscuridad se alimenta de la luz, pero subsiste de espaldas a la luz.
Allí todo es recto y despiadado, nada se tuerce ni se inclina para, siendo, dejar ser. Porque allí la luz es destructiva, por eso no hay hueco ni grieta: para preservar la oscuridad y poder mantener la existencia en el reverso del ser.

Y en el reino del falso dios yo soy luz estridente que escapa a todo destino inexorable, desajustando la rectitud: Lo justo ya es injusto cuando está cerca de mí. Lo recto es deforme en mi presencia. Allí donde caen mis lágrimas se abre una grieta hasta el reino de la Luz, y el falso dios se alarma y me muestra su espada inexorable, y me introduce en sus pasillos rectos, dentro del laberinto de su reino, donde todas las salidas devuelven al hombre a la misma oscuridad de donde había partido.

“Dios mío —le suplico—, yo no estoy preparado para subsistir en el reino de la oscuridad. Temo ser absorbido por ella. Yo quiero estar en tu reino de Luz, pues a él pertenezco.”
“Si perteneces a la Luz, nunca serás absorbido por la oscuridad. Nada temas.”
“¿Qué quieres de mí? ¿Qué necesidad había de que yo existiera?”
“Tú has existido siempre en mi mente. Nada hubiese existido sin ti, porque cada cosa es imprescindible en el reino de la Luz.”
“Pero en el reino de la oscuridad, todas las cosas son prescindibles. Y mi presencia también.”
“Y Yo te digo que si no bajas hasta la oscuridad de la muerte con la luz que yo de he dado, no te traeré nuevamente conmigo a mi reino.”

El falso dios levanta contra mí su espada inexorable, y yo le grito a mi Señor pidiéndole auxilio, pero Él permanece alejado y en silencio. Yo le había pedido sabiduría y Él me la dio, ahora me he ganado el odio del falso dios y siento miedo ante su poder y mi soledad.
Ahora soy yo representante de mi Señor, y si fuera necesario un prodigio para escapar de la espada inexorable del rey de la oscuridad, ese prodigio no ocurrirá si no es a través de mi fe: para que la voluntad de Dios y la mía, sean una sola voluntad.

El falso dios me engaña y me envuelve, me conforta para que de mis ojos ya no broten lágrimas que rompan el tupido velo protector de su oscuro reino.
Jamás conseguirá que afinque en su reino engañoso. Mas no por mi propia fuerza y voluntad, sino porque el que me envió a morir para que su Luz se propague, nunca me abandonará. Lo que viene de la Luz, regresa a la Luz, y nada podrá interponerse a su vuelta.