KYRIE ELEISON

     

ESPÍRITU (2)

   

HOKDS

      E

libro 5 - capítulo 07


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  Mahoma llevó a muchos hombres perdidos a un encuentro con Dios en el que cada hombre aprendió a reconocerse a sí mismo junto con los demás hermanos en la Unidad divina. Durante siglos el Islam se ha mantenido firme trayendo bendiciones a los hombres. ¿Quién lo ha mantenido? ¿El Mal?
Yo, por la luz que Dios ha encendido ante mis ojos, puedo asegurar que el Islam lo ha mantenido Dios mismo, con celo y con esmero, a la espera de que nosotros, cristianos, lleguemos a la mayoría de edad y podamos completar la Verdad en unión con ellos.
Por esa misma luz que Dios me concede, yo aseguro que muchos hermanos musulmanes están edificando en el Reino con más eficacia que muchos cristianos.
Porque Cristo es Vida misma, y no una figura, ni un símbolo, ni un nombre, ni una ideología, ni una filosofía de la vida. Y allí donde un hombre esté amando a su prójimo y muriendo por él, allí está Cristo: sin importarle lo más mínimo si este hombre se llama así mismo cristiano o musulmán.
La soberbia del pueblo judío, ésa es ya otra cuestión.

El hombre que verdaderamente conoce a su Señor, es también capaz de reconocerlo en todas sus manifestaciones. Yo veo una obra de Dios en el Islam, veo como Dios siempre lleva a los hombres a la búsqueda de la unidad, al perdón y a la reconciliación.
Un católico legalista dirá: “Ese musulmán está equivocado, porque desconoce o rechaza una serie de verdades reveladas por Dios en las escrituras.”
Y Dios me dice a mí: “Toda norma, todo concepto, toda estructura racional es como el cascarón del insecto, le preserva mientras es débil, pero no le da la vida. Algún día el insecto deberá desembarazarse de su cascarón para poder seguir viviendo.”

07 - a

No puedo evitar ver la iglesia católica (profundamente transformada) como punto de encuentro de todas las manifestaciones de Dios en el mundo. Pero no sé aun si esto es sólo un deseo mío por el hecho de yo mismo ser católico, o es que Dios me está diciendo que así ha de ser. 

07 - b

La única Verdad que no puede ser sometida a relativismos es Cristo. Pero Cristo es Vida, es Espíritu vivo que se manifiesta, que habla, que transforma las cosas y las saca de su estabilidad. Cristo es muerte y resurrección en el Reino.
Y Cristo también es Ley, porque es el Camino, y un camino es una limitación: el que se sale de él no llega a la meta.
Cristo rompe mediante el Espíritu estructuras sólidas que impiden el crecimiento de su Iglesia en la fe, pero la Ley divina permanece intacta. Porque la Ley es anterior al hombre mismo, está impresa en cada cosa del universo:

El ser que se entrega a lo superior, transciende. El ser que se entrega a lo inferior, muere.
Lo que une, genera. Lo que divide, destruye.
Lo grande y pesado cae al abismo, pero lo pequeño y ligero se eleva con el viento. Y el viento es el espíritu.
Dios mira el corazón: No se trata sólo de no cometer adulterio de hecho, en el mero deseo ya está el pecado.

Cristo dijo que no venía a abolir la Ley, sino a darle cumplimiento, y sin embargo casi todos sus enfrentamientos tuvieron lugar con legalistas. Porque habían sacado la Ley de Dios del corazón del hombre y la habían convertido en normas situadas en la razón. Habían generado una costra dura e inflexible que atrapaba al hombre impidiéndole encontrarse con Dios.
Esta circunstancia se repite continuamente, en todas las iglesias sin excepción, y el Espíritu Santo siempre viene para romper y deshacer, para desubicar al hombre y sacarlo de sus esquemas estáticos, duros e inflexibles, y para liberarlo en la verdadera Ley, esa Ley que se cumple sin esfuerzo cuando se está en sincronía con el Reino celestial. Cuando Dios viene a morar en mí, yo mismo me convierto en Ley, porque mis palabras, mis actos y, sobre todo, mis sentimientos, ya no son míos, sino son manifestación pura de Dios.