KYRIE ELEISON |
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ESPÍRITU (2) |
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HOKDS |
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libro 6 - capítulo 04 |
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De nada sirve que los hombres estemos unidos en una misma doctrina, rito, canon, si no existe verdadera comunión entre nosotros. Y al mismo tiempo, nada importa que cada grupo tenga su versión de la Verdad si existe verdadero Amor entre todos. La verdadera unión de las iglesias cristianas no radica en el acuerdo al que los jerarcas puedan llegar en cuestiones teológicas, sino en el concepto que cada cristiano tenga de ese hermano que pertenece a otra iglesia, pero que ama y sigue al mismo Señor. La jerarquía eclesiástica es la parte de la iglesia que está más alejada de Dios. Es la parte que roza con el reino de la oscuridad: con lo inflexible e inexorable, con lo racional y rectilíneo. Ahí se cumple: “Los primeros serán los últimos...” Pero hablo de la jerarquía y no del hombre en concreto, porque el jerarca más elevado puede ser también el servidor más humilde. En la alta jerarquía se contempla la dureza y la cerrazón. Los altos dignatarios apenas se rozan con el pueblo: Tanto más alejados del pueblo, tanto más alejados de Dios. El Espíritu entra suave y luminoso en el hombre sencillo, y entra a través de su ignorancia, porque esa ignorancia es el hueco que el Espíritu puede llenar. Ese mismo Espíritu encuentra graves obstáculos para invadir al hombre lleno de conocimientos: Lleno de teología, lleno de conceptos doctrinales, lleno de formalismos y simbolismos rituales, lleno de “técnicas” de salvación. El Espíritu de Dios penetra en los corazones de los hombres sencillos, en el del pueblo de Dios iluminándolo, mientras que la jerarquía y las instituciones permanecen oscuras y apagadas: Agarradas a sus formalismos por puro miedo a dejar de existir. Cuando los cristianos sencillos, llenos del Espíritu Santo, reconozcamos que ese otro hermano de otra iglesia u otra doctrina, pertenece al mismo y único Cuerpo Místico que nosotros, entonces las iglesias cristianas estarán unidas. Y todavía pasará tiempo hasta que los jerarcas lleguen a ponerse de acuerdo. Mi cuerpo es la plataforma terrenal que me permite trascender a lo celestial. Sin mi cuerpo, ¿como deshacerme de él para alcanzar a Dios? Así mismo, la jerarquía, la institución eclesiástica debe existir, en la conciencia de que no es la parte más elevada, sino la más sujeta al mundo, que no es la más espiritual sino la más material. Por eso el hombre lleno de Dios que se adentra en lo oscuro de la institución para iluminarla, verdaderamente es un enviado de Dios: No es necesariamente oscuro el jerarca, sino la jerarquía. 04 - a No son los hombres sencillos de corazón y llenos del Espíritu de Dios los que propician la división. Tampoco de los místicos impregnados de la sabiduría divina ha nacido ninguna escisión entre grupos de la iglesia. Toda división, todo cisma parte de las instituciones eclesiásticas, de las jerarquías, de los supuestamente versados en leyes y normas divinas. Pretenden rebajar lo santo al nivel de lo racional, y lo condicionan al poder de la oscuridad: Allí se manifiestan las individualidades, unas contra otras. Allí es donde cada cosa pretende estar en posesión de la verdad frente a todas las demás. Llegaron profetas al pueblo de Israel, y fueron maltratados por los hombres, porque no podían soportar a alguien que les dijera la verdad. |
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