KYRIE ELEISON

     

ESPÍRITU (2)

   

HOKDS

      E

libro 6 - capítulo 06


anterior - índice - siguiente

             
  Agitadores que pretenden aparecer como iluminados por el Espíritu Santo: farsantes.
Por la Luz que Dios me ha concedido, yo puedo asegurar que nada que no brote del fuego del Amor, viene del Espíritu de Dios.
Ninguna organización ni institución cimentada en órdenes humanos tiene la aprobación de Dios por encima de ninguna otra. La institución más amada por Dios no es aquella más perfectamente constituida, sino aquella que se rompe y de deshace por Amor a las demás en el ánimo de la conciliación y la unión. No habrá nada que temer, Dios nunca permitirá de muera.
Aquel hombre que se planta y dice: “aquí está la Verdad”, nada sabe de Dios.
Las instituciones eclesiásticas se quedan atrás en la absurda creencia de que la Verdad es estática y carece de movimiento. Pero Dios sigue caminando y forma su Iglesia con todos aquellos que también caminen junto a Él.

Hombres que se levantan y con voz poderosa dictan las leyes que hay que cumplir para poder salvarse: leyes estáticas que se miran a sí mismas, fiscales implacables situados dentro del corazón del hombre. No es éste el mensaje de Jesucristo.
Pero no hay que engañarse ni embelesarse en una libertad sin leyes: Muy al contrario, la ley brota por sí misma, y entonces hay que cumplirla, porque no existe camino fuera del Camino:
Dios me libera con la Verdad, y cuando ya no existe la atadura de la ley, entonces observo que el Mal se sitúa a un palmo a mi izquierda, y permanece allí aunque le rece al Padre sin descanso.
Aparece entonces ante mis ojos la Ley de Dios: Ya no se trata de una atadura irracional, ni de un fiscal que me denuncia en lo que no entiendo ni me siento culpable, sino que se trata de una elección libre, nítida a los ojos del hombre lleno del Espíritu de Dios.
Esa Ley en movimiento, que no es igual para mí que para otro hombre, y que es distinta cada día e incluso cada momento, ésa efectivamente es la Ley de Dios.
Porque hoy me indigno con un hermano, y estoy glorificando a Dios, y mañana me indigno con el mismo hermano y estoy faltando gravemente al Amor. Y ahora admiro la belleza de una mujer y estoy glorificando a Dios y luego admiro la belleza de la misma mujer y estoy faltando a la pureza de mi espíritu. ¿Quién puede legislar? Nadie sino Dios. ¿Quién puede decir: “esto es pecado grave y esto pecado leve”, o “esto te separa de Dios y esto otro no”?
El hombre lleno del Espíritu sabe perfectamente cuando está lejos de Dios y cuando no, y conoce también la Ley que Dios ha dictado para él.
Las instituciones eclesiásticas deberían estar más preocupadas en enseñarle a cada hombre a llenarse del Espíritu Santo, que en adoctrinarle periféricamente sin profundizar en su corazón. Pero ¿están ellas realmente llenas del Espíritu?

06 - a

Dice el Señor: “El escándalo es inevitable, pero ¡Ay de aquél por el que venga el escándalo!”
Aquellos hombres que son representantes ante el mundo de la Iglesia de Dios, pero que no están llenos del Espíritu Santo, sino de arrogancia y de fatuidad, éstos no están lejos de la maldición del Señor.

Bastan los ojos de un solo hombre que vean según el sentir de Dios, para que ya no exista escondrijo seguro en el mundo para aquéllos impostores que se están apoderando de la representación del Espíritu Santo en la tierra, y llevando así a miles y miles de hermanos sencillos a la confusión del moralismo, al agnosticismo y al ateísmo: a la infelicidad infructuosa.
Dios denuncia a los impostores en el corazón de cada uno de ellos, pero han aprendido a cerrar ojos y oídos a la luz y a la voz del corazón con la excusa de que siguen a rajatabla un sinfín de doctrinas aprendidas. Entonces Dios manda un hombre que les mira y les dice: “yo conozco tu realidad”, y luego se va.
Ya no existe lugar donde esconderse.