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la nueva Jerusalem

Salmo 048

Por sobre toda la tierra se eleva la Ciudad eterna, la nueva Jerusalem.
Fruto de la Justicia del Padre, la nueva Jerusalem está construida sobre la riqueza que el pobre merecía; sobre la misericordia que no tuvo el culpable; sobre al Amor que le fue negado al perseguido; sobre la Paz que los violentos arrebataron a los mansos y humildes.
La sabiduría divina, concedida sólo a los pequeños, ha superado el conocimiento recogido en todos los libros de la tierra.

Allí, en la nueva Jerusalem, no hay descanso para la alegría y los cantos de júbilo, pues nuestro Dios ha edificado una Casa eterna para los marginados de la tierra.
Los poderosos, los que fácilmente podían oprimir, engañar, perseguir y explotar a los pequeños, ahora retroceden ante la Ciudad santa, huyen aterrados.
Los reyes de la tierra no se dan por vencidos, no quieren dejar escapar el botín de sus robos; se unen en alianza contra el Rey y la Ciudad santa. Todo en vano: son derribados una y otra vez, golpeados por un viento suave pero capaz de destrozar edificios y hundir imperios.

Ya no hemos de temer más las agresiones de los que odian la Verdad, pues nuestro Padre nos ha hecho un lugar junto a Él. Nosotros, los que nos hemos refugiado en la Casa del Señor, los que hemos unido nuestro espíritu al Espíritu del Amor y nos hemos deshecho de la ambición que sumerge en el lodo, nosotros cantamos en la esperanza de que nuestra alegría impregne toda la tierra.

Hagamos nuestra la Casa que nuestro Padre nos ha obsequiado, vayamos al encuentro del Rey encarnando al Cristo y ejerciendo un sacerdocio conciliador que nos haga legítimos hijos del Padre.
Demos la vuelta a la nueva Jerusalem, giremos en torno de ella, enumeremos sus torres; grabemos en nuestros corazones sus murallas, recorramos sus palacios; para contar a la edad venidera que así es Dios, nuestro Dios por los siglos de los siglos, Aquél que nos conduce.

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