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culto verdadero

Salmo 050

El Dios de los dioses, el Amor, habla y convoca a la tierra desde oriente hasta occidente. Desde el la nueva Jerusalem, la Hermosa sin par, Dios resplandece, viene nuestro Dios y no se callará.
Delante de Él, un manantial de Agua viva que no se consume, en torno a Él: Paz verdadera; convoca a los cielos desde lo alto, y a la tierra para recoger a su pueblo y a toda la humanidad.
Su Luz, blanca para los que aman, pero hiriente para los violentos, molesta para los acomodados, insoportable para los poderosos: para los jefes de las naciones.
«¡Congregad a mis fieles ante mí, los que mi alianza con sacrificio concertaron!» Anuncian los cielos su justicia, porque es Dios mismo el juez.
«Escucha, pueblo mío; escuchad iglesias de la tierra, que hablo Yo, y atestiguo contra vosotras, Yo, que soy vuestro Dios.
«No es por vuestros sacrificios por lo que os acuso: ¡están siempre ante mí vuestros holocaustos! Los ritos se ensanchan y las ofrendas se multiplican. Los templos se llenan de fieles, y los pastores se regocijan pensando: “¡qué gran favor le estamos haciendo al pobre Dios!”

«Pero Yo no necesito que vengáis vosotros a reconocer mi Poder para sentirme regocijado, ni necesito grandes aglomeraciones ni templos ornamentados, pues sólo necesita el reconocimiento de su poder el que no lo tiene.
«Ni tampoco me hacen falta muchedumbres que vengan a rendirme honores, pues Yo ya tengo todos los honores; ni penséis vosotros, pastores, que me estáis haciendo ningún favor tratándome como uno de esos vanidosos jefes de la tierra.
«Mía es toda la Belleza y todo lo que asoma en el firmamento. Venid a mí pues, no a agasajarme, sino a pedirme, pues no soy yo el que necesita de vosotros, sino que sois vosotros los necesitados de mi Espíritu.
«La viuda y el huérfano. El que pasa hambre, él y toda su familia. El que necesita de un amigo, el que desea expresarse y no tiene a nadie que le escuche. El que no sabe enfrentarse a la muerte porque no me conoce. Si queréis ofrecerme un sacrificio agradable a mis ojos, ocupaos de ésos, mis pequeños hijos desfavorecidos, y vended si es necesario esos suntuosos templos que en nada me regocijan, antes bien, sólo sirven para vergüenza de mi Nombre.

«Sacrificio ofrece a Dios de acción de gracias, cumple tus votos al Altísimo entregándote a tu hermano; e invócame en el día de la angustia: Yo te libraré y tú me daréis gloria.»
Pero al religioso hipócrita Dios le dice: «¿Qué tienes tú que recitar mis preceptos, y tomar en tu boca mi alianza, tú que detestas la doctrina, y a tus espaldas echas mis palabras?
«Si ves a un ladrón te escandalizas, y lo condenas delante de todo el mundo. Sin embargo tú robas a conciencia, explotas a tus asalariados escudándote en leyes injustas, y luego dices con tu sonrisa de cinismo: “estoy dentro de la legalidad.”
«Condenas el adulterio como si tú mismo no fueras adúltero. Para ti mismo tienes muchas justificaciones, pero para los demás eres implacable. Mejor sé misericordioso, porque mucho vas a necesitar de la misericordia cuando la única Luz verdadera resplandezca y deje al descubierto todas tus miserias tal cual son, sin posibilidad ninguna de adornarlas ni de disimularlas.
«Te sientas, hablas contra tu hermano, deshonras a un hijo del mismo Padre al que continuamente invocas. Esto haces tú, que en todo me pones de testigo, ¿y Yo he de callarme? ¿Es que piensas que Yo soy como tú? Yo te acuso y lo expongo ante tus ojos.
«¡Entended esto bien los que me habéis hecho a vuestra medida, los que le habéis puesto mi nombre a ese dios que os habéis fabricado: Al que ofrece sacrificios de acción de gracias y me da gloria en el Amor y en la entrega a su hermano, al hombre recto que busca la justicia y no se somete al yugo de la carne, a ése le mostraré la salvación de Dios, ése verá la nueva Jerusalem, ¡ya la está viendo!»

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