anterior

índice

siguiente

triste ceguera la de aquél que se jacta del mal

Salmo 052

¿Qué haces, ciego caprichoso? Hasta los niños mimados tienen más cordura que tú.
Retas las leyes del cosmos, te enfrentas a la realidad que te sostiene, y luego miras a todos tus compañeros y, riendo, dices: «¡miradme, no me pasa nada!»
Por la misericordia del Amor no te pasa nada, pero si sigues haciendo daño, esa misericordia ya no te podrá proteger, y yo te pregunto: ¿Tienes abierto el camino de vuelta?
Desprecias el Amor, el único Dios que te puede salvar, y, apoyado en el mismo Amor que te sostiene, te enfrentas al universo entero, protegido en esos otros ciegos que piensan como tú.
Los niños mimados hacen esto cuando se rebelan contra sus padres, pero llegado el momento son más capaces de renunciar a sus antojos que tú, ciego caprichoso.
Rezaré por ti, pero no lleves tu soberbia hasta el extremo no sea que, enconado en tu rebeldía, ya no encuentres camino de vuelta.

El Amor es generoso con todos. Sabio es aquél que sabe de dónde viene la vida: ¡Te alabaré eternamente, Padre mío, esperaré en tu Nombre, porque eres bueno con todas tus criaturas!

anterior

índice

siguiente