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los dioses mezquinos de la tierra

Salmo 058

Ídolos de la tierra, dioses de los hombres: a todos los reunís en asamblea exigiéndoles sumisión a cambio de justicia y salvación, pero luego engordáis al poderoso que os mantiene vivo con su palabrerío en la asamblea, y humilláis al humilde, al hombre íntegro que busca la Verdad.
Impregnados de la mentira y del fraude nacen los hombres; en la violencia crecen, y ávidos de poder se consagran al servicio de los dioses mundanos. Escuchan la Verdad, se la aprenden de memoria, y luego la utilizan para someter a las gentes bajo su control. Embelesan en la asamblea con palabras tan sugerentes como huecas, porque no nacen del corazón sino de la estrategia y la premeditación.
¡Dios mío! Hazte presente en el corazón de los humildes, abre sus ojos y afina su oído para que sean capaces de desenmascarar a los farsantes, a los charlatanes que se colocan a las puertas de tu Reino para robarles la conciencia a tus hijos.
Que su ridiculez quede al descubierto, y que la Palabra que en vano pronunciaron sea ahora juez de todos sus actos.
¡Antes que inyecten otra vez su veneno, Padre, déjalos al descubierto ante toda la asamblea! Se alegrará el hombre íntegro de haber visto la Justicia, de haber comprobado que Tú, Padre, actúas en verdad por entre los que te invocan sinceramente; y se dirá: «Sí, hay un fruto para el humilde; sí, hay un Dios que juzga en la tierra. »

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