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justa derrota del ambicioso

Salmo 060

El Señor de los ejércitos es el Dios de la Paz.
Los ejércitos de nuestro Dios sólo esgrimen la espada del Amor, sólo se defienden con el escudo de la Paz.
El Señor de los ejércitos nunca lleva a la lucha del hombre contra el hombre, sino que recluta a todos los seres humanos en un solo ejército contra el mal. Y cuando el ejército está ya preparado, les dice: «No os resistáis al mal.»
El dios que habla palabras de guerra y destrucción no es el verdadero Señor del verdadero ejército.

¿Quién conducirá el ejército hasta la destrucción de su prójimo? Si alguien a los soldados conduce para que arrasen, no será el Padre misericordioso que está en el Cielo, ni tampoco estará con ellos el Rey.
Ellos gritan: «¿No eres tú, oh Dios, que nos has rechazado, y ya no sales, oh Dios, con nuestras tropas?»
Pero ese dios al que invocan no es el Dios del Cielo, sino otro que ellos se han inventado para aplastar a todos los que se oponen a sus caprichos y ambiciones.

Y cuando los ejércitos destructores fracasan, entonces entonan cantos a su dios:
«Nos has rechazado, oh Dios, nos has deshecho, estabas irritado, ¡oh, vuélvete a nosotros! Has sacudido la tierra, la has hendido; sana sus grietas, pues se desmorona. Hiciste ver a tu pueblo duras pruebas, nos diste a beber vino de vértigo...»
¿A quién invocáis? ¿qué "Padre" es ése que mata a unos hijos por el capricho de otros? ¿o acaso no es la tierra suficientemente grande como para albergar en Paz a todos los seres humanos?

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