anterior

índice

siguiente

lamentación

Salmo 069

¡Sálvame, Dios mío! Todos los soportes del mundo que me mantenían han sido destruidos,
y yo sólo tengo fuerzas para suplicar tu misericordia. ¿Por qué motivo se desea tanto mi caída?
No me presento ante ti como víctima inocente, al contrario, pongo por delante mis ofensas.
Purifica mi testimonio, Padre, para que no sirva de confusión a ninguno de los que te buscan.
Soy un extranjero en todo el mundo, un extranjero perseguido, sin familia que me defienda.
Haga lo que haga, siempre seré objeto de crítica o de burla, de difamación y de sarcasmo.
Si me presento en mi austeridad, se me tachará de hipócrita; si muestro mi libertad, de licencioso.
Ya no puedo descender más, ya el mundo me ha cerrado todas sus puertas, ya no hay salida.
Sólo a través de ti puedo encontrar la Luz, Padre; que si por mi testimonio aquí me encuentro,
da Tú también testimonio de mí: Terminados los preparativos, la hora de la verdad ha llegado.
Nada ya me consuela, no encuentro ánimo para desear ni siquiera la caída de mis perseguidores.
Sólo quiero comprobar en mi corazón que mi testimonio ha sido verdadero, agradable a tus ojos.
Otros vendrán después de mí, para ser testigos de la Verdad que Tú nos has enseñado. Por ellos,
no por mí, no permitas que mi testimonio muera, para que la muerte de mi cuerpo sea mi victoria.

anterior

índice

siguiente