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lejos de la imprecación, en Dios me refugio

Salmo 109

¡Padre mío, no te quedes mudo!
Se me acusa, miden mis palabras y mis actos. Hacen conjeturas sobre mis sentimientos, quieren llenar de maldad el vacío de mi presencia.
Le imponen leyes severas al amor, a la semilla de la vida. Zarzas y espinos siembran en torno al cariño humano.
¡Misericordia para el que ama! Misericordia para el que toma la hoz y corta la maleza sembrando libertad. Que no hay alma sin cuerpo ni Amor divino que no se materialice en amor humano.
Mas no hay amor en este mundo. Dicen:
"Por haber amado se hizo débil, ahora lo atraparemos en su debilidad.
"Que sus palabras no sean jamás escuchadas, pues sintió fuera de nuestras leyes.
"Que su nombre muera en el olvido, pues su amor no obtuvo nuestro beneplácito.
"Que sus hijos se avergüencen de él, y que nada quede de su testimonio.
"Que su amor sea tenido por indigno, que jamás nadie confíe en su honradez.
"Que todas sus culpas rueden de boca en boca hasta que su prestigio quede aniquilado."

¡Padre! Tú conoces todos los rincones de mi corazón, y sabes dónde se esconde la suciedad y dónde brilla tu Espíritu. No me juzgues por lo que no veo, antes bien, muéstramelo. Que no hay rincón sucio en mi interior que, cuando Tú iluminas, no corra yo a limpiarlo. Pues sólo eso espero de ti, que seas la Luz que me denuncie, el Padre que me ame, el Agua que me limpie.
Por la sangre del Rey, que de la semilla imperfecta de mi honradez germine el árbol perfecto de tu Amor.
La desilusión me encorva, me tira al suelo. No tengo ánimos para volver a levantarme.
Me agota esta lucha contra fantasmas que se burlan de mí.
Me consume esta ilusión que se desvanece en la fantasía.
Cuando no te conocía, ¿qué esperanza razonable podía albergar mi corazón? Si yo no te hubiese conocido, yo ya no viviría en este mundo.
Pero te conocí y aprendí una cosa: Si la buena semilla cae en tierra y muere, dará fruto.
Por eso, que se mueran mis ilusiones y que se desvanezcan todos mis proyectos. Que mi impotencia me abrume, que por mi amor se me acuse y se me desprecie.
Tú, Padre, por la sangre del Rey, harás que de la oprimida semilla de mi amor germine el árbol de Libertad en la Verdad.

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