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éxodo y retorno

Salmo 114

Cuando salí de mi cárcel, yo aún no sabía vivir en libertad. Mi Padre, que de allí me había sacado, me tomó bajo su protección, y yo veía retroceder con asombro a los que intentaban dañarme.
Ya aprendí a vivir en libertad. Ahora no puedo agazaparme en mi cielo particular porque lo convertiría en otra prisión, incluso aun más engañosa que aquélla de la que mi Padre me sacó.
Mi libertad es para entregarla. De donde salí ahora vuelvo, y permito que me pongan los mismos grilletes. Si no entrego mi propio cielo en la lealtad al amor desde mi libertad, nunca conoceré plenamente el Amor de ese Cielo donde mi Padre habita.

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