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Paz en la nueva Jerusalem

Salmo 122

No yo solo, sino en compañía de todos mis hermanos,
de todas las naciones, de todas las culturas,
vamos hacia del Reino prometido, sin mirar atrás.
¡Qué alegría se respira! ¡Vamos sin perder ni un instante!

El mundo nos rechaza: ¡Ya estamos pisando sus umbrales!
Nos miran con lástima, luego con desprecio, con rabia.
¿Qué nos mantiene? El Reino es compacto en armonía.
Allí está el Juicio: la sentencia favorable para los pequeños.

Pedid la Paz que proviene del Reino, allí todo es reposo,
pedid la Paz para poder entrar en la guerra del mundo
y transformar los corazones: ¡La Paz contigo, hermano!
¡Por la sangre del Rey, allí hay cobijo eterno para todos!

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