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Salmo 128

Dichoso el hombre sencillo que sabe acallar sus ambiciones y así aprende a mirar a través de las cosas. Dichoso el que sabe guardar silencio, que todo lo escucha pero que nunca solidifica ideas.
Dichoso el que nada desprecia y todo respeta, porque ése ha encontrado abierta la puerta de la sabiduría, y ha entrado por ella.

La distancia que media entre la sabiduría y el Amor no es sino el sufrimiento.
La sabiduría es el regalo de la humildad, el sufrimiento lo da la propia vida.
Dichoso el hombre sencillo, silencioso, que se deja matar por Amor. Ése verá crecer todo lo que sus manos rocen, verá germinar toda semilla que plante, será eje y alimento de toda comunidad en la que se integre.

¡Bendito sea el Nombre del Amor, capaz de transformar a los seres humanos en manifestaciones de la divinidad!
Que todo aquél que lo conozca tenga siempre en sus labios su santo Nombre.
Bendito también todo aquél que en el Amor se cobija: Los milagros desfilarán ante sus ojos, nunca verá la muerte.

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