KYRIE ELEISON

     

aprisco

   

 

      E

libro 1 - capítulo 3-a


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  Las piedras defienden el espacio que ocupan en el cosmos, y no se deshacen para ceder su sitio a otras piedras. Y no por ello han sido engañadas por el Mal.
En el mundo, los hombres defienden el espacio que ellos creen que les pertenece. No conocen a Dios, y hacen lo único que saben y pueden hacer: mantener su existencia, en tanto les sea posible, defendiendo lo que les ha sido dado para vivir felices.
Pero el hombre que busca a Dios ya no pertenece al mundo, y no desea reservarse un espacio en el cosmos, porque entiende que ésa no es su verdadera casa.

El hombre que juzga a otro hombre pertenece al mundo, y por lo tanto no puede pertenecer a Dios.
¿Dónde se esconde el Mal? He aquí dónde se esconde el Mal: en el hecho de intentar hacerse sitio en el mundo esgrimiendo la ley de Dios.
Entonces vemos predicadores que, empapados de “sabiduría evangélica”, juzgan y condenan a los que juzgan y condenan. ¿Qué diferencia hay entre el predicador y el objeto de su juicio?
Piensa este predicador: “a mí no se me condenará, porque yo tengo el apoyo de Dios”. Y piensa también que, en el último día, Cristo le hará pasar por delante de todos, le felicitará por la verdad de sus criterios, y, estrechándole la mano, le hará sentar cerca de Él.
Yo le aseguro a este predicador, que, en ese último día, verá pasar por delante de él a todos aquéllos a los que él había juzgado y condenado según lo que él consideraba “la verdad de Dios”. Y su humillación será realmente angustiosa, de modo que, sólo si es capaz de soportarla en la humildad, podrá pasar a ocupar el último lugar en la gloria del Señor.

Si mi deseo fuera que las cosas ocurran tal y como las describo, entonces yo mismo tendría que esperar a que este predicador entrase en la gloria para poder entrar yo detrás.
Yo no hablo de lo que va a ser, sino de lo que no debe ser. ¿Y como consigo que lo que digo no se cumpla? Diciéndolo y no escondiéndolo. De esta manera ya todo habrá de ser distinto para gloria de Dios.