KYRIE ELEISON

     

reflexiones ontológicas

06

   

 

     

renacimiento


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  Silencio interior. Meditación vital profunda a partir de la nada. Ruptura de sistemas preconstruidos impuestos por hábitos tradicionales. Negativa crítica a la aceptación cómoda de recursos y consignas estereotipados.
¡Cuán necesario le es todo esto a un cristiano para alcanzar una verdadera conversión!

Todo será recapitulado en Cristo, y la recapitulación evangélica significa recoger y aunar. No significa hacer valer unas ideas menospreciando todas las demás.
Muchos ven a Cristo como un ser competitivo, que descalifica todo lo que no sea exactamente lo que se refleja en las palabras suyas escritas en la Biblia. ¿Cuántas cosas no habrá dicho Cristo que no están reflejadas en ninguna parte, y que, de conocerlas, nos romperían por completo muchos de nuestros estrechos esquemas religiosos?
Yo estoy convencido de que, en esa recapitulación, movimientos espirituales muy distantes, oriente y occidente, encontrarán un punto de confluencia. ¡En Cristo, desde luego!, pero de seguro que Él nunca va a menospreciar los valores maravillosos de la sabiduría oriental, ni siquiera va a ser simplemente “tolerante” con ellos, sino que les dará el alcance que merecen, y que en verdad en verdad es inmenso.
No estoy hablando de sincretismo. Eso no es sino una manera artificial de yuxtaponer cosas inconexas restándole a todas valor y autenticidad. Se trata de algo mucho más sublime.

He conocido a budistas que se han expresado con una autenticidad, una fuerza y una integridad impresionantes.
¿Qué pasa? ¿Acaso todo eso es falacia y fantasía? No, yo les aseguro que no lo es.
El cristiano debe hacer gravitar toda su vida en Cristo, pero debe también aprender a meditar, a guardar profundo y riguroso silencio interior, a buscar por sí mismo sin otro apoyo que el de su propio descubrimiento, poniendo incluso en entredicho muchas “verdades” dogmáticas, culturalmente incuestionables.
Yo les aseguro que, el que apoyado en el principio fundamental cristiano de que la verdadera Vida se alcanza por medio de la muerte por Amor (¡morir amando para que los demás vivan!), cada hombre puede reescribir el evangelio desde su corazón.
Y entonces, y sólo entonces, podrá decir que conoce la Palabra de Dios. Porque no es que la haya leído en un libro, es que la ha descubierto de principio a fin, sin saltarse ni un solo párrafo, en la experiencia de su propia vida.


Howndev
 
     

17/04/2005