KYRIE ELEISON

     

eucaristía

   

 

      E

capítulo 37

EL MENSAJE


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  No nos ocupemos tanto de las edificaciones, que Dios no está allí. Vayamos a los cimientos.
El Reino de los Cielos no es ostensible, y los edificios lo son. Tanto más altos y nutridos de fieles, tanto más ostensibles y, en consecuencia, tanto más alejados del verdadero Reino.

¡Cuidado las iglesias cristianas!
De tanto llamarse a sí mismas "verdaderas" no les vaya a ocurrir lo que le ocurrió al pueblo judío, que el Reino de los Cielos les fue arrebatado y se les dio a los gentiles.
No estén tan seguras de gozar del privilegio de ser las escogidas del Cielo por el simple hecho de invocar el nombre de Jesucristo. Ya Él lo dijo: "No todo el que diga 'Señor', 'Señor', verá el Reino de los Cielos."

La tibieza, la falta de compromiso, el aferramiento a rituales vacíos, la negativa sistemática a dejarse matar, el apoltronamiento en el mundo, la ostentación de riquezas, la imposición prepotente de la verdad sin el consiguiente testimonio.
Si todo esto no se supiera, Dios misericordioso no lo tendría en cuenta, pero yo no digo nada nuevo: ¡Escuchaos a vosotros mismos! Con vuestras palabras dais testimonio de vuestra hipocresía.

Jesucristo estará con nosotros hasta el fin de los tiempos. Y, ¿quienes somos nosotros?: Los hijos del Reino.
En todos las iglesias cristianas (y más allá también) está presente el Reino, pero ninguna iglesia es el Reino.
El Reino de los Cielos y la Iglesia instituida por Cristo son una misma cosa. Sólo un matiz: De todos los hijos del Reino de todos los tiempos, la Iglesia es el conjunto de aquéllos que estamos vivos en el mundo para morir. Y nada más.

Todo lo demás son instituciones cuya única misión es organizar a los hombres elegidos por Dios para que lleven el mensaje de Cristo hasta los confines de la tierra. La organización es del mundo, está en el mundo, y nada tiene que ver con la Verdad.
¿Por qué se pelean? ¿Qué necesidad tienen de dar ante el mundo un espectáculo que es contrario a lo que predican? ¿Para qué complican un mensaje tan puro y simple ensuciándolo con elucubraciones filosóficas que siempre terminan en disputas entre hermanos?

No hablo así porque yo desprecie las instituciones. Si las despreciara haría como todos los demás, me iría en silencio y sin exponerme a que me hagan daño.
Yo soy católico, y lo digo con orgullo.
Siento un inmenso respeto por todos esos ministros y laicos que luchan por la difusión del evangelio, que intentan lograr la unión, y que consumen su vida en prestar un servicio a los demás.
Y por respeto y Amor a todos mis hermanos, renuncio a mi propia vida, dejo pasar de largo muchos placeres lícitos, y me dispongo a demostrarles, para liberación y regocijo de todos ellos, que un hombre unido a Dios no debe tenerle miedo a nada ni a nadie: Ni a poderes mundanos, ni a poderes religiosos, ni a las tentaciones del maligno, ni a nada de nada excepto a Dios. Es posible decir la Verdad desde la más absoluta debilidad y desprotección: Dios existe, Cristo dijo la Verdad, vale la pena morir por el evangelio.