KYRIE ELEISON

     

eucaristía

   

 

      E

capítulo 36

EL MENSAJE


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  Las primeras comunidades cristianas, llevadas por los apóstoles, no pueden ni deben ser un modelo intocable para nosotros. No es lo mismo un Reino que empieza a formarse que ese mismo Reino veinte siglos después.
La semilla que Cristo plantó ha dejado de ser un brote frágil, y se ha convertido en un árbol recio. El tiempo de la siega se aproxima, y cada vez se hace más necesario definirse: Lo que antes podría haber sido estar con Cristo, ahora puede significar estar contra Él. Porque la Luz ahora alcanza a iluminar cosas que antes estaban escondidas.

Veneremos las escrituras, especialmente los evangelios, porque en ellos está la semilla del mensaje de Dios para nosotros, pero no reduzcamos a Dios a unas palabras escritas en un libro.
Dios ahora puede hablar con más claridad que con la que habló entonces. En lugar de analizar tanto las palabras de unos apóstoles que aun se abrían camino entre sombras, esforcémonos por pedirle a Dios su Espíritu, porque la Luz ahora es mucho más resplandeciente que entonces.

El Cristo Jesús histórico dijo mucho más de lo que se recoge en los evangelios, y seguramente que cosas muy esenciales no fueron recogidas, porque los que escribieron sobre Él no alcanzaron a entenderlas.
No le estamos permitiendo al Paráclito que nos conduzca a la Verdad plena porque, cada vez que habla, queremos confrontar sus palabras con las de los viejos escritos.
Nos apoyamos en las escrituras antes que en Dios, pero es Dios quien nos va a salvar y no las escrituras.

El Paráclito no le habla a los hombres que le escuchan agarrados a un sinfín de asideros mundanos. El Paráclito sólo le habla al hombre que, por estar dispuesto a morir, ya ha muerto al mundo.