KYRIE ELEISON

     

aprisco

   

 

      E

libro 1 - capítulo 1-b


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  ¿Quién puede tener autoridad para decir la Verdad? ¿O a quién se le puede negar?
Los únicos que tienen autoridad en el mundo para decir la Verdad son los niños. Y los que nos hemos hecho como ellos.
Porque la Verdad brota del corazón puro, y en un corazón puro no pueda haber otra cosa que Amor.
Los hombres maduros a la manera del mundo no tienen ninguna autoridad para decir la Verdad, porque no la conocen.
La autoridad no nace de la fuerza, sino de la debilidad. El niño es débil, y por eso no puede ver las cosas de muchas maneras. Lo que le dicta el corazón: ésa es la Verdad. Y es imposible que ninguna justicia verdadera le pueda condenar por decir pura y simplemente lo que siente en lo profundo de su corazón.

Pero los hombres maduros han aprendido a relativizarlo todo, a esconderse de ellos mismos enmudeciendo y endureciendo sus corazones, y hablan de “mi verdad” y de “tu verdad”. Como no se ponen de acuerdo y esto genera muchos conflictos, necesitan crear una “verdad referencial” en la que todos deban creer: estos son las leyes y los dogmas.

Jesucristo vino a purificar al hombre, para llevarlo hasta esa Verdad que le hace libre.
Sólo existe una manera: renovando los corazones, enterneciéndolos, para que puedan volver a hablar. Cuando los corazones hablan, todos los hombres están unidos. No importan los criterios ni los puntos de vista, porque la unión entre ellos estará siempre por encima.
Él nos demuestra que el Amor es el dueño de la ley, así que, si por la verdad que creemos somos juzgados, el Amor siempre nos va a justificar.

Él dijo con mucha severidad: “os lo aseguro, el que no se haga como un niño, no entrará en el Reino de los Cielos.”