KYRIE ELEISON

     

aprisco

   

 

      E

libro 2 - capítulo 10


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  ¿Quién querrá escucharme? Mi insignificancia me hace confidente de Dios, pero despreciable para los hombres. Ellos miran hacia arriba buscando quién les oriente, pero yo estoy abajo, porque abajo también está mi Señor.

Dios quiere reunir al rebaño de todos los que Él ha elegido, para que juntos despidan una Luz tan poderosa que aquéllos otros, a los que Él también quiere llamar pero que viven esclavos en el mundo, crean en el Poder de su gloria.
Elegidos por Dios: Divididos nada pueden. Se cierran en grupos y se apoyan unos en otros: Se dan la razón mutuamente y así se sienten confortados.
Pero Dios les está esperando fuera.

Cien se reúnen y, por cuestiones doctrinales, uno queda excluido. Estos noventa y nueve restantes piensan que, por ser ellos mismos casi todos, tienen el respaldo de Dios. Pero la gracia de Dios no se manifestará con fuerza en ellos, sino en el que ha sido excluido. ¿Quieren verdaderamente encontrarse con el Padre? Vayan primero a rescatar a aquél que ha quedado fuera, y luego ya pueden levantar sus oraciones al Cielo con la seguridad de que Dios va a escucharles.

Las iglesias levantan insistentemente sus oraciones, y Dios parece que tarda mucho en escucharlas. Cada iglesia quiere el respaldo de Dios, para ser más santa que todas las demás y así poder subyugarlas.
Yo les aseguro a todas ellas que ninguna, por sí sola, alcanzará la santidad.

Aquellos grupos, aquellas comunidades, que, desde lo más llano y sencillo del pueblo, busquen la reunión de todos los elegidos en una sola familia, ésa tendrá el respaldo de Jesucristo, y el Poder de su gloria se manifestará con una fuerza deslumbrante.
Que nadie lo ponga en duda: Los grupos que busquen en la misma dirección en la que Dios se mueve, gozarán de una amistad con Él que siempre irá en aumento. Ellos serán los predilectos del Cielo.

Pero no han de ser los elegidos por ellos, sino por Dios. Esto significa: que cada hombre, con sus ideas, sus puntos de vista morales y doctrinales, pueda adorar a Dios junto con todos sus hermanos sin que nadie intente trasquilarlo ni violentarlo. Ni convencerlo de lo que él no está convencido. Si Dios lo ha elegido con sus ideas y sus criterios, ¿quienes son esos otros, pobres ignorantes, que pretenden revocar la elección divina?