Eucaristía

Cuando a un hombre se le dice "tú eres Dios mismo", lo primero que piensa es que él es un juez con potestad para hacer y deshacerlo todo según sus criterios.

Adoran a un Dios con el que no se pueden identificar, del que sólo pueden esperar compasión y misericordia, pero al que sienten fuera de ellos mismos.

Pero Jesucristo vino a mostrarnos a un Dios con el que verdaderamente sí podemos identificarnos hasta el punto de poder decir: "Dios y yo somos una misma cosa".

Dios está en mí y yo en Él por medio de Jesucristo. En mí, y no sólo en mí, culminan las promesas de Jesucristo, mas yo lo digo y lo proclamo con fuerza para el mundo se escandalice.