KYRIE ELEISON

     

eucaristía

   

 

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capítulo 17

LA SANTIDAD Y EL PECADO


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  Un hombre huye del mal y otro busca el bien. Ambos cometen los mismos errores, pero estos errores son pecaminosos para el que huye del mal, y purificadores para el que busca el bien.

El pecado sólo es posible cuando el hombre intenta afianzar a Dios en el mundo, pero cuando este hombre no pretende atraer a Dios, sino que se deshace de todo lo mundano para ir a alcanzarle a Él, entonces el pecado no es posible.

El que huye del mal mira hacia abajo. El que busca el bien mira hacia arriba. Para rehuir o para alcanzar, el hombre es aquello a donde mira.
Un hombre sólo puede ser alcanzado por aquello de lo que huye.

Quieren purificarse, buscan la santidad: todo en vano.
Se deshacen de vínculos mundanos y se aferran a otro vínculo aun peor: La idea de la pureza como un estado, como una especie de fortificación contra el mal.
Se desesperan, se aburren, terminan por ver la santidad como algo inalcanzable.

El hombre de Dios es como el viento. El pecado es sólido, y al viento no es posible enquistarle nada sólido. Es más: el viento erosiona las rocas, tuerce los árboles y desplaza las nubes en el cielo.

¿Que es el viento?: La mirada, la observación serena y silenciosa. Eso es el viento.