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29/06/2006

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sabiduría

texto 1

El que lisonjea a los poderosos y se muestra insolente con el pueblo, ése es un indeseable. Los poderosos sólo son dignos de estima cuando luchan por el bien del pueblo, así que son siervos de una causa solidaria y no jefes de una casta superior.
El que se reafirma a sí mismo en ideales sublimes y pero luego se muestra indiferente para con las pequeñas ilusiones, ése verá cómo sus ideales caen por tierra. Cuando lo grande se eleva por encima de lo pequeño y lo pisotea pierde toda su magnitud y se convierte basura y desperdicio del devenir universal.
El universo, en sus ciclos, limpia todo el desecho, lo inútil, para poderse renovar. Así caen todos los poderosos que no hayan puesto su poder al servicio del pueblo.

Toda verdadera grandeza surge de la renuncia, y sólo se puede sostener en la entrega. Las cosas grandes gravitan en las pequeñas: Esto es ley universal, para que nada se pueda desgajar de todo lo demás sin morir. Los seres humanos pretenden sostener sus ideales sublimes poniéndoles mucho empeño y apartando las demás cosas, lo que consideran insignificante y colateral. Entonces los ideales caen, porque no tienen ni apoyo ni razón de ser. Las pequeñas ilusiones son mucho más fuertes que los ideales sublimes, porque las pequeñas ilusiones tienen la llave de la alegría y la tristeza del corazón del hombre, que es la puerta de entrada a todo su ser. Si éste no es capaz de ocuparse de las cosas pequeñas con Amor, tampoco recibirá Amor de las cosas grandes.

Enfriar un corazón para que no se distraiga con cosas baladíes y se centre sólo en lo importante es privarlo de su alimento primario. Un corazón frío que no tiene en cuenta las cosas pequeñas tampoco tendrá valor para luchar por las cosas grandes. Las leyes inamovibles del universo no consienten que ninguna cosa se separe del resto haciendo un cosmos independiente. Lo más pequeño es la simiente de lo más grande, es la promesa que exige todo el respeto mientras no se haya cumplido. Así como la naturaleza protege al niño recién nacido y sin embargo deja en el peligro a los hombres fuertes, así también el Espíritu de la Verdad no inunda a ningún ser humano que no sea capaz de honrar las pequeñas ilusiones tanto como los ideales sublimes.

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