inicio

temas Palabra salmos de oriente ecumenismo advertencias

TEMAS

anterior

02/07/2006

siguiente

iglesias

texto 6

El dueño del manantial deja correr el agua montaña abajo. Su única satisfacción es pensar que de su tierra brota el agua que hace florecer los campos. Pero en la ladera de la montaña vive un hombre que ve las cosas de otra manera: piensa que es posible hacer negocio. Entonces levanta una presa para acumular el agua en lugar de dejarla correr libremente, y la entrega a los campesinos a cambio de dinero.
Cuando el dueño se informa de lo que este hombre está haciendo con el agua, lo retira de aquella tierra y manda que la presa sea derribada para que el agua vuelva a correr libremente. Pero más abajo, otros ya aprendieron de la idea de este hombre, y levantan otras presas haciéndose pasar por los propietarios del agua. Se enriquecen haciendo uso de lo que no les pertenece, además de causar daños al cultivo cuando los campesinos no tienen dinero para pagar y la cosecha se estropea.
Si el dueño del manantial detuviera el agua, todos morirían, y eso sería una crueldad. Si deja correr el agua, aunque algunos sigan aprovechándose injustamente, al menos habrá cultivos que eviten el hambre en toda la comarca.
Algunos de los injustos comerciantes del agua dicen: “¡Qué bueno es el amo que permite correr el agua para que nosotros podamos enriquecernos!” Y piensan que son beneficiarios de una gran bendición de la cumbre de la montaña.
Cuando el dueño baje de la montaña verá a los campesinos empobrecidos a causa del precio de un agua que corre montaña abajo precisamente para ellos, y a los comerciantes satisfechos por manipular el agua que no les pertenece. Estos comerciantes serán expulsados de esa comarca, allí donde no hay agua alguna.

No se pueden manipular las bendiciones de Dios ni las palabras de sus testigos. No se pueden ocupar puestos de poder haciendo uso del Agua de la Vida que mana del Cielo, ni se puede buscar el propio honor aprovechándose de las palabras de sus testigos.
El Espíritu de la Verdad que Cristo envió para todos lo que creyeran en Él, ahora dicen que es propiedad privada de una cúpula eclesial, y muy especialmente de un hombre que ostenta una autoridad privilegiada, sostenida por un principio de sucesión hereditaria. No es éste el mensaje de Jesús, ni Él murió en una cruz para generar ni castas, ni estamentos, ni privilegios.
El dueño del manantial no detiene el agua porque es bueno, y sabe que si lo hace todos perecerían, pero que no piensen los comerciantes de bendiciones divinas que Dios los mantiene por sus buenas obras. El Espíritu de la Verdad es propiedad del pueblo. Todas las bendiciones que bajan del Cielo son para los que tienen hambre y sed, para los desnudos y encarcelados, para los luchadores por la Paz y para los perseguidos por causa de la justicia. Que caigan todas las presas y que esos manipuladores dejen a un lado sus negocios y trabajen en la tierra para facilitar la tarea de los campesinos trazando acequias desde el torrente hasta los campos de cultivo. Que los que se llaman a sí mismos ‘ministros’ que se hagan de verdad siervos, y que nadie se apropie de la potestad de hablar en el Nombre de Dios sólo por las cosas que ha estudiado y por estar arropado por una institución. En el Nombre de Dios sólo puede hablar aquél que está absolutamente desprotegido, el que arriesga su vida y no está aliado con nadie: Ni con iglesias, ni con instituciones, ni con ideologías.

anterior

02/07/2006

siguiente