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11/07/2006

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iglesias

texto 7

Un ejército guiado por un general con carisma es un ejército unido, y se lanza a la guerra despreciando la propia vida. Mata y destruye como si fuera el acto más sublime.
Un grupo religioso llevado por un hombre que tenga esa capacidad para sugestionar, para hipnotizar a la gente con sus palabras, es capaz tanto de hacer las obras más arriesgadas como de ir en rebaño al suicidio colectivo.
Cualquier grupo humano, cuando está interiormente cohesionado por un ideal que se proyecta por encima de cada miembro, adquiere entidad propia, toma para sí la identidad de cada uno de sus miembros y forma un nuevo ser, un ente colectivo, con una voluntad que escapa incluso al control de sus propios jefes, y que le es robada a los miembros que lo componen.

Éste es un fenómeno natural, que se manifiesta en cualquier colectivo humano, desde la familia hasta en el concepto de patria. Sin embargo se da con mayor frecuencia en los grupos religiosos, porque es allí donde el ser humano está más dispuesto a dejarse despojar de la propia identidad para ofrecérsela al grupo, en la fe de que ahí va a encontrar un camino de salvación, de vida eterna.
Un hombre inmerso en un grupo religioso no concibe la Verdad fuera de allí, lucha por extender su grupo y hace proselitismo en el convencimiento de que está ofreciendo lo mejor que existe en este mundo, y puede llegar incluso a dar la vida por su colectivo. Esto es porque el grupo le ha robado al individuo su identidad, su capacidad para tener criterios propios, y le ha convertido en un títere de sus intereses.

No es necesario que existan intereses económicos de por medio, ni que se inculquen criterios malintencionados a sus miembros, los grupos cerrados le roban la identidad al ser humano, su libertad, su capacidad para elaborar criterios propios, y por eso son peligrosos, sobre todo cuando se confunde el colectivo humano con la idea de “iglesia” que se lee en los evangelios. El eje central de la predicación de Jesucristo es el anuncio del Reino, no es la institución de ningún grupo humano. El grupo humano, la iglesia, forma parte de la realidad social y tiene su lugar, su razón de ser, pero no es el soporte esencial del cristiano. El Reino que Cristo anunció es de índole espiritual, y está cohesionado por el Amor, manifestado en la Justicia y en la solidaridad. A él pertenecen todos los hombres y mujeres que luchan por la Justicia en el Nombre del Amor.

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