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02/08/2006

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texto 8

Si el César mantuviera solamente lo suyo y no intentara poseer nada más, el imperio crecería limpiamente, y los brotes de gangrena serían extirpados con facilidad. Pero el César nunca se conforma con lo que le es propio, sino que siempre se lanza en expedición a conquistar territorio divino, para así aumentar su poder. De esta manera se arruina él y arruina todo el imperio. Cuando el César ha penetrado con su ejército en territorio divino, la gangrena ya no sólo brota en las extremidades, sino que brota en el propio corazón del imperio. Esta gangrena ya no puede ser extirpada sin que el imperio entero se hunda.

Territorio de Dios es la conciencia del ser humano, pues ahí está la libertad. Es en la conciencia donde cada individuo se forma criterios propios, donde puede ejercer la capacidad de discernimiento para tomar de cada postura ideológica aquellos planteamientos que resuenen en su interior según sus inquietudes y carencias. Pero a los ideólogos no les conviene que nadie tenga criterios propios. Las ideologías deben ser aceptadas en bloque para poder dirigir las masas según los intereses de los jefes. Por eso el César entra en la conciencia de las gentes, no tiene ningún reparo de desplazar a Dios de su territorio para situarse él mismo e imponer su ideología.

Territorio de Dios es la igualdad de derecho de todos los seres humanos. El dios que establece privilegios y actúa con favoritismos, ése es el dios de todos los emperadores a lo largo de la historia, pero no es el Dios Amor que mantiene el cosmos y la naturaleza regenerándolo todo, allanando montes y levantando hondonadas. El César pone su pie sobre el pueblo para elevarse cada vez más, y eleva consigo a los que le conviene, a los poderosos que él cree que le pueden ayudar a progresar sin traicionarle. Por eso aumenta el lujo de la capital al tiempo que aumenta la pobreza en los suburbios. Por eso el imperio aplasta y mata a los seres humanos que no le sirven para su propia gloria.

Un solo ser humano que muera para gloria del imperio es un insulto al Dios Amor, que no se deja deslumbrar por el fatuo esplendor del César. El emperador piensa que su vida es mucho más importante que la de millares de seres humanos que no han tenido la fortuna de gozar del auge del imperio en un puesto de honor. Cuando Dios haya allanado el monte y haya elevado la hondonada, y el emperador se encuentre a ras con los más humildes, con los que perdieron su vida a causa de las fantasías imperiales, entonces el que antes recibía honores, ahora será señalado por todos como el más vulgar de los asesinos, deshonra de toda dignidad humana.

Por muchas obras de caridad que hagan, hasta que las iglesias no le hayan devuelto a Dios lo que es territorio divino, no podrán extirpar la gangrena que brota continuamente en el corazón institucional. No se le puede privar a ningún ser humano del derecho a discernir y a tener criterios propios esgrimiendo recursos coercitivos como son los dogmas impuestos bajo pena de excomunión. No existe otro magisterio lícito ante los ojos de Dios que el magisterio del testimonio de integridad en la libertad. La gloria de las cúpulas eclesiales es gloria robada, es gloria que pertenece por derecho a los hambrientos y sedientos, a los desnudos y perseguidos, a los desfavorecidos del mundo.

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